lunes, 28 de abril de 2014

El viaje

Comenzó hace años en algún recóndito rincón de mi mente y se hará realidad, Dios mediante, mañana en una estación de trenes de una ciudad de la Mancha. La duración y el itinerario, sólo el destino la conocen; nadie más... ni siquiera yo. Pero era algo que había que hacer, de eso no me cabe duda.


Rememorar aquella vieja sensación relegada a un ostracismo que tristemente venía siendo habitual en los últimos tiempos, la de encontrar nuevas sensaciones, sabores, imágenes e incluso unos olores de los que mi nariz hace tiempo que me priva pero mi mente sigue degustando en lo más hondo de mi ser. Volver a sentirme libre y extraño, feliz entre cultura y paisajes de postal que se erijan frente a mis ojos en un atardecer primaveral y no en un trozo de cartón llegado desde la oficina de correos.

Un viaje por el viejo continente que comienzo mañana. A pie, en coche, tren, avión o motocicleta, eso ya se verá. Unos días de andar y pasear por calles que nunca transité aunque siempre lo habría deseado, una experiencia inolvidable esperemos que en el buen sentido, aunque no descarten que haya que volver con una mano delante y otra detrás. Pero eso, lejos de lo que pueda parecer, puede ser hasta bueno que, en la época que corre, hay que conformarse con poco.

Os dejo por aquí y por allí, por Twitter y por las cervecerías que suelo frecuentar, para recorrer otras distintas, para hacer máxima esa frase, tan triste como cierta de "si no lo hago ahora, no lo haré jamás" y os insto, siempre que lo deseéis, a leerme por estos lares y descubrir junto a mí todas las aventuras que me vayan sucediendo que, espero, serán muchas y muy variadas.



Me voy, pero os llevo conmigo. A todos y cada uno de los que me animasteis a emprender este viaje y a todos los que mi tildasteis de loco o algo peor por hacerlo. Todos sois igual de importantes, absolutamente todos.

Nos leemos y nos escribimos allá donde estéis y por donde los acontecimientos quieran que yo me mueva. Y que sea lo que tenga que ser. 

El mundo llama, no le hagamos esperar.


lunes, 21 de abril de 2014

100 Cosas que tengo que hacer antes de morirme (nº 32)

Hacía tiempo que no conseguía hacer alguna cosa de mi lista de las 100 Cosas que tengo que hacer antes de morirme, pero gracias a Iván de Otto he podido tachar la número 32... ¡Y de qué manera!

Un partido increíble, una tarde inolvidable... una Copa para enmarcar






Ver un Madrid - Barça ya está hecho, y seguramente no pudo haber una manera mejor de realizarla.

lunes, 7 de abril de 2014

Bonfire Heart



People like us, we don’t need that much
Just someone that starts
Starts the spark in our bonfire hearts

jueves, 3 de abril de 2014

Microcuento (V)

Romeo volvía a exhalar su último suspiro de amor sobre el pecho desnudo de Julieta antes de caer rendido entre sus brazos. Ella, como toda mujer después del acto amatorio, comenzó a darle vueltas a la cabeza mientras él, también como la mayoría de los hombres, intentaba conciliar ese plácido sueño postcoital.

- Estoy harta de tener que esconder nuestro amor al universo - dijo en tono melancólico la joven
- Ya llegará la hora de contarlo, mi amor - respondió él.
- Siempre decís lo mismo, señor mío, y nunca llega ese momento... ya comienzo a pensar que no son más que fantasías - una lágrima cayó por su mejilla mientras su amante, observando la posibilidad de que aquella charla se extendiese más de lo debido, actuó presto y veloz.
- ¿Qué queréis, reina mía?
- Quiero contarle nuestro amor al mundo entero, amado Romeo.

 
Él se levantó y, con un gesto tierno, se dirigió a la oreja de la mujer para susurrarle al oído esta frase:

Que se entere todo el mundo que amo con locura a Julieta Capuleto

Sorprendida, la chica le preguntó: ¿por qué susurráis lo que debería ser un grito alto y claro?

Romero contestó: porque vos sois todo mi mundo, Julieta, y no hay nada más allá.

Y por fin el joven pudo conciliar el sueño.

lunes, 31 de marzo de 2014

Rocky

El genial Luis Calles ha vuelto a crear un vídeo de esos motivadores que tanbien le salen con vistas a la ida de los cuartos de final de la Champions. Lo podéis ver aquí.

Yo, por mi parte, os dejo el fragmento de la película de donde lo ha sacado, la quinta entrega de Rocky. Lo dicho:


"Si sabes lo que vales ve y consigue lo que mereces"

miércoles, 26 de marzo de 2014

Madrid

Me recibió húmeda, como la amante agradecida que siempre fue para mí. La lluvia adornó nuestro primer paseo juntos después de tanto tiempo, de tantísimos meses sin vernos. El aroma a café precedió a las cervezas, y es que bien sabe Dios que una caña no sabe igual en Madrid que en cualquier otro sitio; y acabamos como siempre, queriéndonos entre sus calles, amándonos entre las esquinas de esa ciudad maravillosa a la que volví después de una eternidad. No defraudó, ella nunca lo hace.

Se nos hizo demasiado corto. Casi sin darnos cuenta el reloj ya marcaba la hora de la despedida, de la partida a la otra punta del mundo para, de nuevo, volver a dejarla sola y lejos de mí. Ella se despidió sonriendo y me obsequió con una tarde soleada en el centro, de nuevo entre birras y luz en el asfalto. Volví a compartir momentos con grandes amigos y, de soslayo, con ese club de fútbol que ya se ha convertido en algo más que una pasión. Torné a disfrutar de la diosa, de Sol, de la Gran Vía y de una ciudad que inspira pasión, libros, cine y sonrisas como ninguna otra que haya conocido. De nuevo volvimos a reír hasta llorar, esa extraña forma que tiene la vida de darte a entender que en ese preciso momento no puedes ser más feliz. En esta ocasión, un sándwich de jamón y queso tuvo la culpa, una gilipollez como cualquier otra, como las cientos de miles que la precedieron y las miles de millones que, Dios mediante, la seguirán. En Madrid el que no sonríe es porque no sabe hacerlo o porque no le da la gana, no hay más explicación.


Y, como decía, al final me volví a marchar. Dejé atrás Atocha y la M30 sirvió de antesala para una A3 extremadamente larga cuando uno se aleja de la ciudad donde más feliz ha sido. Cientos de kilómetros de reflexión sosegada y melancolía contenida en una nueva despedida. Un ritual que se repite una y otra vez y una frase que la acompaña: “tengo que venir más a menudo a verla, pasa demasiado tiempo sin que la estreche entre mis brazos”. Esa promesa que después, por unas cosas u otras, no se cumple en la medida que uno quisiera. Pero lo que sí es cierto es que ella no cambia y que aunque las horas han seguido su curso desde ese momento en que me robó el corazón y nunca me lo ha vuelto a devolver, cuento cada día las que faltan para volverla a tener a mi lado. Ya queda menos, casi te vuelvo sentir, no te vayas muy lejos, que pronto vuelvo a ti, mi amada, mi vida, mi Madrid.


martes, 11 de marzo de 2014

11M

Diez años ya de la tragedia, quién nos los iba a decir.


Se cumple una década del atentado terrorista más grande y más brutal cometido en nuestro país. Hoy se rememora la barbarie y la crueldad en todo el mundo, no solo en España. Se recuerda, una vez más, cómo la humanidad o, mejor dicho, parte de ella; puede rebasar con creces la barrera del propio significante que imprime esa palabra para caer en la monstruosidad más absoluta. Diez años ya desde que esos trenes se llevasen por delante la vida de 192 personas inocentes a los que jamás olvidaremos, pase lo que pase y pese a quien le pese.

Josefa, Gonzalo, María Luisa, Miguel, Jorge, Neil, David, Yaroslav, Óscar o Guillermina fueron algunos de los héroes que se levantaron aquella mañana para ir a trabajar y que se vieron enfrentados a un destino que no les correspondía, a un castigo del que nunca debieron ser culpados, a una pena tremenda que, desde luego, no merecían. Tantas vidas sesgadas en Madrid aquella mañana de jueves y que nos llegaron al resto de España, tanta muerte de gente tan lejana pero que hicimos propia, como si de un familiar o un amigo se tratase. Diez años ya desde que el mundo entero derramó lágrimas de dolor e impotencia ante una puñalada que todos recibimos aunque únicamente ellos la sintieron físicamente.

Y se nos fueron sin decirnos adiós.

Nuestro deber ha sido, es y debe ser no olvidarlos jamás. Recordar cada once de marzo a esa gente anónima que tristemente se hicieron eternos por el resto de nuestra vida. No podemos caer en la vergüenza de nuestra clase política y recriminar en días como hoy ese “y tú más” que tanto daño nos está produciendo a todos. Hoy no. Que el sobrecogimiento, el recuerdo y el homenaje incesante sea la tónica de este once de marzo de 2014, ellos lo merecen como nadie.

Que no haya olvido, por supuesto. Que el perdón se lo guarden sus familias y sus amigos, ellos decidirán si son capaces de redimir a esa escoria que tuvo la cobardía de atacar al que no se podía defender. Nosotros, el resto del país; tú y yo, somos los que tenemos un deber mayor y más importante que ese, somos los que no podemos dejar que el tiempo borre sus nombres de la historia de España, que los años no se lleven sus caras ni sus recuerdos, que sus muertes no sean en balde y que recordemos siempre a los héroes que nos dejaron atrás y que con su partida iniciaron una guerra que debemos ganar, una batalla sin tregua contra los asesinos y contra la inmundicia que puebla cada rincón del planeta. Nosotros, tú y yo; debemos luchar sin tregua contra el terrorismo en cualquiera de sus facetas, contra la radicalización de las ideas y contra la violencia del cobarde. Hoy es un día para recordar a las víctimas y, ante todo, para jurarse que no consentiremos que vuelva a ocurrir. Que la ley aplaste sin dudarlo a esa basura que se esconde tras una máscara o una mochila para hacer daño y que nosotros nos mostremos implacables cuando eso suceda. Nos lo debemos a nosotros y se lo debemos a ellos.
 

martes, 4 de marzo de 2014

Microcuento (IV)

La almohada lo recibió fría como la noche y el colchón le respondió de la misma manera. El ambiente, gélido como el mismo hielo, parecía introducirse por los poros de su piel hasta lo más profundo de su tuétano. Se acurrucó en posición fetal y comenzó a exhalar vaho de su boca con la vana esperanza de calentar su cuerpo. Se tapó con el edredón hasta las cejas y se subió los calcetines hasta la pantorrilla y por encima de los pantalones del pijama. Se metió la parte de arriba por dentro también e introdujo por último las sus manos en los bolsillos de la chaqueta. Ya estaba listo para dormir, tenía todo preparado para vencer al frío aquella helada noche invernal, la batalla sería suya y se alzaría vencedor. Pero fue entonces cuando ocurrió, cuando un pinchazo de abatimiento le punzó el corazón con dureza. En efecto, se había dejado la luz encendida y le tocaba comenzar de nuevo todo el ritual. ¿Qué había hecho él para merecer aquello?


lunes, 3 de marzo de 2014

Cómo ganar un Oscar en menos de 5 minutos

Anoche se dieron los premios más importantes del cine mundial, los Oscar. De entre todas las categorías y sin ánimo de hacer un extenso resúmen de la gala o de algunas de sus curiosidades, quería dejar plasmado dos escenas que valen de por sí un galardón.



La primera de ella le valió a Anne Hataway el premio a mejor actriz secundaria el año pasado. Una escena de menos de cinco minutos que vale su peso en oro.



La segunda, a cargo de Lupita Nyong´o, ganadora del mismo premio en la noche de ayer. Esta vez el vídeo no refleja la escena completa, por eso os recomiendo que veáis 12 Años de Esclavitud, Oscar a la mejor película, para saborear cómo una buena obra se puede hacer enorme por la interpretación de una señorita que prácticamente debutaba en el cine.



Para finalizar dejo un artículo mío de hace unos días con los amigos de Asiento 23 para los que queráis informaros un poco más sobre las películas que han resultado victoriosas y las que no, en una especie de previa de los Oscar.

Otros momentos a tener en cuenta y que uno no debería perderse son:

Monólogo inicial de Ellen Degeneres
Discurso de Jared Letto acordándose de Ucrania y Venezuela, ganador del Oscar a mejor actor de reparto.
Matthew McConaughey gana el Oscar al mejor actor

Se me hizo corta y acabó casi a las siete de la mañana. Es lo que tienen los americanos y su cine, que son geniales.

martes, 25 de febrero de 2014

¿Cuál es tu verso?

De 'El club de los Poetas Muertos' rescato este monólogo de Robin Williams con poema de Walt Whitman incluído.


¡Oh, mi yo! ¡oh, vida! de sus preguntas que vuelven, 
Del desfile interminable de los desleales,
 de las ciudades llenas de necios, 
De mí mismo, que me reprocho siempre 
(pues, ¿quién es más necio que yo, ni más desleal?), 
De los ojos que en vano ansían la luz, de los objetos 
despreciables, de la lucha siempre renovada, 
De lo malos resultados de todo, de las multitudes 
afanosas y sórdidas que me rodean, 
De los años vacíos e inútiles de los demás, 
yo entrelazado con los demás, 
La pregunta, ¡Oh, mi yo!, la pregunta triste que vuelve
 ¿qué de bueno hay en medio de estas cosas, Oh, mi yo, Oh, vida ? 

Respuesta 
Que estás aquí - que existe la vida y la identidad, 
Que prosigue el poderoso drama, 
y que puedes contribuir con un verso.

viernes, 21 de febrero de 2014

Cuerdas


Estaba deambulando una vez más por la inmensidad del ciberespacio cuando he encontrado un corto de animación que, según me cuentan, se alzó victorioso en la pasada gala de los Goya. Sin ser yo muy fan del cine y las producciones nacionales, me he animado a verlo. Cuerdas, que así se llama la obra, es una mágica historia de apenas diez minutos que ensalza la amistad y el amor sobre cualquier otra cosa. Una muy emotiva recreación digna de verse. El cuento está escrito y dirigido por Pedro Solís y protagonizado por Nicolás, un chico con parálisis cerebral, y María, su amiga. Si el corto merece la pena verse únicamente por la belleza del mismo, se acrecienta esa sensación al conocer la historia que encierra.

Uno empieza a hacerse una idea de todo lo que se esconde detrás de Cuerdas cuando la animación acaba y el propio director se despide de la audiencia agradeciendo a tres personas en especial todo lo que le han aportado:

"A mi hija Alejandra: Gracias por inspirarme esta historia.
A mi hijo Nicolás: Ojalá nunca me hubieses inspirado esta historia.
A Lola: Por todo lo que no has llorado delante de mi.""

...Y es en ese momento cuando se te hiela el corazón...

Porque en ocasiones la ficción no es tan dura como lo es la realidad. Porque, en efecto, el director narra la historia de su propio hijo, Nicolás, que en la vida real sufre esa parálisis cerebral que lo mantiene pegado a una silla de ruedas sin movilidad alguna. Uno indaga en la existencia de esa familia y se le encoge el alma, se le eriza la piel y al final no puede más que dar gracias de corazón por lo que tiene y, sobre todo y ante todo, enorgullecerse de que haya personas en el mundo como Pedro Solís, su esposa y su familia.

Aquí podéis escuchar una entrevista en la COPE al director.

Ojalá en el mundo hubiera más Marías y más Alejandras, ojalá todos fuéramos tan valientes y excepcionales como Pedro y Lola. Ojalá la vida se respetase como lo hacen ellos y nos quisiéramos la mitad, únicamente la mitad, de lo que esa familia se ama. Ojalá aprendiéramos un poquito más de toda esa gente y menos de la estupidez humana que reina en la sociedad actual. Ojalá pudiera decirles a todos ellos lo orgulloso que me han hecho sentir esta mañana sin ni siquiera conocerles y, por último, ojalá pudiera mandarles todo mi agradecimiento y mi más sincera enhorabuena; porque si algo creo firmemente es que el fin último de cualquier persona es precisamente eso, ser una buena persona, y sabe Dios que esa familia no puede ser más grande. De corazón y desde la distancia, gracias por un cortometraje tan bonito y sobre todo por ser ejemplo para el resto de la humanidad.


PD: Como veréis no he enlazado el corto en esta entrada, el porqué es muy sencillo y lo entenderéis con esta frase del propio director: "Llevo toda la tarde acordándome de los familiares de los señores de Youtube, llevamos 3 días denunciando y no hay manera de quitar el vídeo de la red. Estoy orgulloso de que tanta gente lo haya visto pero si me iba a comprar una silla nueva para mi hijo ya no podré hacerlo".

jueves, 20 de febrero de 2014

La proposición con pósits

Susana llegaba a casa después de un duro y larguísimo día en la oficina. Se había calado hasta los huesos desde la salida de la boca del metro por culpa de una oportuna nube que parecía haber descargado toda la lluvia sobre ella. "Pero bueno, ya se acabó por hoy", pensó.
Sacó el manojo de llaves del bolso en la puerta del portal y la abrió. Allí se encontró con su vecino Norberto, un uruguayo pesadísimo que detestaba y que comenzó a contarle su vida desde la misma entrada hasta el quinto piso donde vivía. Se despidió cortésmente y con una sonrisa forzada avanzó los últimos metros del pasillo hasta su hogar. "Una ducha caliente, cena rápida y me voy a la cama" dijo en voz alta casi sin darse cuenta. Sin embargo, algo la detuvo a pocos centímetros de la puerta. Era una nota escrita sobre un papel rosa que la dejó de piedra.




"Unas pistas he dejado a mi princesa
Tras su día duro y agotador
Si quieres encontrar la sorpresa
Busca rápido en el ordenador"

Se emocionó al instante. Supo enseguida que Santi, su novio, estaba detrás de todo aquello y sonrió. "Por fin una buena noticia, ¿qué será lo que me tiene que decir?" comentó para sus adentros. Abrió la puerta de la casa y ésta le pareció vacía. Intrigada como una niña en la mañana de reyes, dejó su maletín en la entrada y se dirigó rápidamente a la sala donde se encontraba el ordenador.

"Una propuesta trascendente y definida
he de comentarte sin dilación,
una proposición seria, formal y atrevida
y que se encuentra en la habitación"

Se sonrojó. Imaginó qué podría ser aquello tan importante que su novio le tenía que decir y no pudo caer más que en una cosa. Un escalofrío de felicidad recorrió su cuerpo y, por supuesto, siguió en busca de la tercera pista

lunes, 10 de febrero de 2014

28 días

No hace falta más que eso, veintiocho días.

Uno para conocerte, dos para camelarte, el tercero para conquistarte y el cuarto para robarte el primer beso. Lo hago despacio, sin prisa alguna y con la seguridad de que me quedan veinticuatro por delante. Llega el quinto y lo vuelvo a hacer durante veintitantas horas hasta que el sexto aparece por el horizonte haciéndome pensar: "El reloj debe estar roto, me parece que avanza más rápido de la cuenta" Y cuando me he querido dar precisamente eso, cuenta, el primer domingo ya está aquí, ha llegado sin avisar.

Pero no me entretengo demasiado a reflexionar sobre ello, ¿qué es una semana entre el infinito de un amor que no conoce final? y dedico mi octavo día a desnudarte y el noveno, el décimo y el undécimo a memorizar el mapa de tu cuerpo como si mi vida dependiese de ello, como si me fueran a abandonar en aquel terreno inhóspito y dependiese de mi memoria fotográfica la supervivencia de mi ente, tanto físico como espiritual. Doce días han pasado y no dejo que te separes de mí. Te aprieto a mi pecho mientras el segundo fin de semana entra de golpe en nuestras vidas y nosotros, ajenos al mundo, lo dedicamos a pasarlo bajo el edredón de la cama, dejando de lado a una nevada que acecha fuera de él. Nunca creí en San Valentín hasta haber visto la curva de tu espalda, tiene que haber algo superior a nosotros que pueda crear semejante espectáculo, no encuentro otra explicación.


miércoles, 29 de enero de 2014

La magia

La profesora tenía fama de ser una de las más duras, serias e inflexibles de toda la universidad. No tendría más de treinta o treinta y dos años pero ya era toda una eminencia en las aulas por aquella rigurosidad con que impartía las clases. No consentía la impuntualidad, la falta de asistencia, los ruidos o tan siquiera que se bebiese agua. Su melena castaña le llegaba por debajo de los hombros y aunque las primeras arrugas ya se asomaban en su cara, mantenía intacta su belleza, probablemente acentuada por aquel toque mágico que produce en algunas mujeres el desgaste de los años.

El reloj marcaba las nueve en punto cuando aquella señora hizo su entrada en la sala donde medio centenar de alumnos la esperaban. El cielo se había levantado alegre y las nubes brillaban por su ausencia. El sol golpeaba con fuerza ya de buena mañana y las faldas ondeaban como banderas de países desconocidos mecidas por una suave brisa matutina. La mujer saludó al público y éste le contestó desganado.

“Abran el libro por la página trescientos cuarenta y siete” comentó en voz alta antes de comenzar el monólogo de casi hora y media que tenía preparado. En aquella ocasión la magia y las creencias mitológicas antiguas copaban la lección y ella, mujer de ciencias como presumía ser, abordó su soliloquio en tono de sorna y con el convencimiento de que aquellos veinteañeros llegarían a casa aquel mediodía aprendiendo un poco más sobre la vida de verdad, y no de las historias que les habían contado durante años.

“La ciencia existe, la magia no”. Así inició su intervención aquella mujer radiante por fuera y alicaída por dentro, aquel ser frágil que se refugiaba bajo un manto de seguridad inventada pero que se reconcomía por un beso o una caricia. “No busquen varitas mágicas ni chisteras de donde salgan extraños animales” seguía repitiendo una y otra vez, cubriéndose de importancia con cada sílaba que su boca pronunciaba. Y siguió y siguió repitiendo conceptos tan duros como probablemente ciertos, tan crudos como opacos, tan vacuos como tristes; hasta que, de repente, una mano se levantó en la última fila.

 



- ¿Tiene algo que añadir, caballero?” – preguntó sorprendida la profesora
- Sí – respondió un muchacho de ojos claros – creo que no lleva usted razón.

El murmullo se hizo palpable y la asombrada mujer, lejos de molestarse, buscó explicación a esa interrupción.

- ¿Puede explicarse mejor?
- Claro, creo que usted está equivocada. La magia sí que existe y si usted quiere le hago un truco ahora mismo. Ah, y no necesito varita.

Las risas estallaron en la sala como una bomba de relojería e incluso esa mujer taciturna y endiabladamente triste que vagaba por los pasillos mustia y afligida, dejó entrever un amago de sonrisa entre sus labios. Le hizo gracia la situación y casi sin darse cuenta, estalló a reír al compás que marcaban sus alumnos mientras el muchacho seguía de pie, impertérrito y observándola. El bullicio siguió durante casi un minuto que se hizo interminable. La profesora intentaba guardar la compostura ante ese arrebato que su cuerpo le había propiciado por sorpresa y por culpa de aquel joven que ahora le sonreía desde la lejanía. 

- Por favor – interrumpió la maestra – dejemos que nuestro amigo haga ese truco que nos ha prometido – dijo intentando calmarse e intrigada por la promesa.
- Ya lo he hecho, señora. La hemos visto reír después de casi ocho meses. No creo que haya una prueba más fehaciente de que la magia existe que esa sonrisa que nos acaba de regalar. Puede usted seguir con la lección.

viernes, 24 de enero de 2014

El cornudo agradecido

Hace ya tiempo que me acuesto cada noche con la certeza casi incorruptible de que este país, antes llamado España, no me puede sorprender más. Sin embargo, lo hace... no sé cómo leches lo consigue, pero vamos que si lo hace. 
Ayer se conoció, o al menos parece que comienza a conocerse, un nuevo escándalo en uno de los sectores más ruines, mafiosos, delictivos y ennegrecidos de cuantos generan ingresos en la nación, el fútbol. Con la dimisión de Sandro Rosell, presidente del FC Barcelona, parece que comienza a aclararse el que probablemente sea el fraude deportivo más grande de la última década y que llevará a la luz, casi con total seguridad, al fichaje más caro de la historia, tapado por otro lado, de manera bochornosa y totalmente ilegal.

La compra de Neymar por el Barça tiene pinta de que podría casi triplicar el valor de las cifras oficiales y, que casi con total seguridad, las doblará. Se habla ya de cien millones de euros de coste y algunos periodistas como Eduardo Inda llegan a asegurar que la operación se cerró en torno a los ciento cincuenta. Sin pruebas y únicamente con testimonios es difícil afrmarlo, pero parece que, efectivamente, los cincuenta y siete oficiales están muy lejos de ser los reales. Igualmente habrá que esperar.

Como iba diciendo, mi discernimiento se basa hoy en dos puntos diferenciados y que tratará a continuación. En primer lugar hablaré de porqué pienso que se ha escondido esas cifras y posteriormente afrontaré la parte más bochornosa del tema en cuestión. Comencemos.


Muchos pensarán que el club catalán ha tergiversado descaradamente las cifras del coste de Neymar porque detrás de ellas se esconde una práctica muy común en este país, las comisiones y los pagos en B. Es decir, lo que realmente pueden ser cien millones, decimos que han sido cincuenta y el resto nos lo repartimos entre los señores trajeados a costa de nuestros socios. Vamos, el pan nuestro de cada día. Sin embargo y sin querer quitar potestad a esta primera suposición, yo veo algo más en todo este escándalo y que se reduce a un discurso inventado y estúpido que el propio club blaugrana viene contándonos desde hace lustros. ¿Cómo el equipo de la cantera y los valores se va a gastar cien millones de euros en un jugador? ¿Cómo la ciudad de Barcelona, con su señor obispo a la cabeza, va a permitir tamaña ofensa a una sociedad en crisis? ¿Cómo vamos a meterle en la cabeza a nuestros ya aborregados seguidores una mentira tan gorda? Volvemos una vez más a esa estupidez supina y, por desgracia muy común, que se baña en la demagogia y no entiende, porque no le da las luces para entenderlo, que las cifras millonarias de un futbolista se pagan en el noventa y nueve por ciento de los casos porque se recuperan con creces después. ¿Creen ustedes que Florentino Pérez pagaría noventa y un millones de euros por un galés si no supiese a ciencia cierta que los va a recuperar? ¿Creen ustedes que si al presidente del Madrid Neymar le salía por ciento cincuenta millones al Barça le habrá costado la tercera parte? *

El segundo punto de esta reflexión mañanera deja un poco de lado a la entidad ahora presidida por Josep Maria Bartomeu (veremos hasta cuándo) para centrarse en la masa, en la plebe, en el conjunto de la ciudadanía. Retomando el hilo del inicio de este texto, parecía que este país no podía sorprenderme más. Después de ver un corrillo de analfabetos aplaudiendo a un probado estafador de la hacienda pública (sí, de tu dinero y del mío) pensaba que no podía encontrar un foco de mediocridad mayor en éste, mi querido país. Pero una vez más lo subestimaba demasiado. Y es que hoy, el día después de que la trama de engaño salte de una vez por los aires, veo cómo cientos de catalanes y seguidores del club, vitorean a su ya ex presidente y culpan a la justicia (y al Madrid, cómo no) de una especie de campaña en su contra. Es decir, no sólo no están enfadados con el ladrón, sino que se cabrean con el policía que ha descubierto que les robaba. El acabose.
Yo me imagino a un señor que llega cansado después de una dura jornada laboral a casa y se encuentra a su señora esposa en la cama con un famoso actor hollywoodiense y, cuando los encuentra en pleno acto amatorio, se para en seco, corre hacia la cocina y vuelve con amplia sonrisa, blog de notas y bolígrafo en mano, a que le firme un autógrafo.

En fin, de nuevo y muy tristemente para todos nosotros se cumple mi ya celebérrima frase (tengo que patentarla antes de que me la quiten) de que en esta España pútrida "nos merecemos todo lo malo que nos pase".

*Nota: La moraleja de todo este asunto os la resumo en este tuit que publiqué anoche.


miércoles, 22 de enero de 2014

Batkid

En EEUU (sí, allí... dónde si no) hay una plataforma/programa que se encarga de cumplir los deseos de niños con enfermedades graves (Podéis ver la página web de la fundación Make a Whis aquí). Uno de esos chavales tenía una ilusión muy particular, convertirse por un día en Batman. Y a veces, muy de vez en cuando, los deseos se cumplen... y a él le ayudaron a cumplirlo. Mágico.


martes, 14 de enero de 2014

La previa del beso

De todos los momentos maravillosos que nos regala la vida, la previa del primer beso ocupa, sin duda, un espacio especial en el pódium. No habló del beso en sí, de ese primer contacto entre los labios de una pareja que, tras mucho desearlo, consigue unirse por fin en el acto de cariño más universal que se conoce. Yo vengo a ahondar en el momento preliminar, en ese instante de incertidumbre anterior en el que te encuentras a poco más de cinco centímetros de su boca y sabes al noventa y nueve por ciento que sí, que la vas a besar. Sin embargo, ese segundo encierra en sí mismo un ínfimo porcentaje de fracaso, una leve posibilidad de error en lo que parece un trabajo concluído, que lo hace tan especial. Y ahí, sin duda, reside todo su encanto... en el temor a fallar.


Porque el hombre necesitan de la duda y el miedo como del comer, por eso ese instante emociona tanto. Ahí te encuentras, cientos de miles de palabras después, con una mujer al borde del abismo que la separa de la ensoñación y el engaño que tú le has creado entre copas y verborrea, del punto en que decide que no, que no está preparada, que es tarde o que está cansada. Puedes ver la meta a lo lejos y la línea de fondo acercándose más y más, pero todavía existe riesgo de que tropieces y caigas. Un movimiento brusco, y ella puede asustarse como un cervatillo al escuchar el sonido de una escopeta; demasiado lento y, quizá, le dé tiempo a reaccionar ante tus patrañas. Ojalá existiera una licenciatura para ese breve periodo de tiempo, tendría, a buen seguro, mucha más utilidad que la de periodismo.

Pero volvamos a lo que nos acontece. 

Como decía: allí la tienes, frente a ti, parcialmente ruborizada porque has conseguido que llegue a una situación que ella probablemente ni se imaginaba. Y sí, parece que también lo desea. Comienzan las caricias, las miradas y los susurros (pocas cosas hay más maravillosas que un susurro existen en el mundo) y, poco a poco, te acercas a ella. Sus ojos te miran y una media sonrisa se dibuja en su cara. La red está echada y ahora, por desgracia, sólo queda rezar. Pero nadie sabe por qué, un ángel de ese calibre no huye despavorido, sino que se queda quieto esperando tus labios y, no contenta con eso, los recibe de buena gana y les devuelve el beso. Su mano se pierde por detrás de tu cabeza y comienza a acariciarte el pelo con suavidad. Ahí comienza el ósculo como tal, ese gesto del que tantos libros se han escrito y que tan merecidamente ha sido llevado a la gloria por poetas mucho más doctos que yo. Pero hoy, en esta fría noche de invierno que ya se aproxima a su fin, quise dejar constancia de uno de los grandes olvidados por la literatura mundial y que merecía un homenaje. Y es que, amigos, sólo hay una cosa mejor que el instante previo al primer beso: todos los que vienen después.

martes, 7 de enero de 2014

El denostado Balón de Oro

Cada año por estas fechas el debate de lo deportivo cae en un ostracismo tristemente habitual, aburridamente repetitivo y totalmente improductivo. Las grandes ligas y las primeras potencias futbolísticas vuelven cada invierno a la misma disputa, a esa pelea encarnizada por ver quién se lleva uno de los galardones más subjetivos y faltos de rigor que se otorgan a nivel individual en el terreno deportivo, el Balón de Oro. 


Desde principios de noviembre hasta comienzos del mes de febrero (en algunos casos antes y en otros también después) las tertulias vuelven de nuevo a dirigirse a analizar quién es el favorito para conseguir la presea, por qué lo ha merecido y en qué debemos basarnos para dirimir tamaña cuestión. Por si fuera poco con esta repetición de conceptos, en los últimos años casi siempre han estado presentes también los mismos candidatos, cosa que, si cabe, hace aún más cansina la cuestión.
Hablar del Balón de Oro es referirse a un premio votado por corresponsales de France fútbol (hasta 2009), capitanes y seleccionadores nacionales. Es hablar de una condecoración parcial y subjetiva nacida del criterio de tres ramas importantes del mundo balompédico que, sin embargo, no basan en la mayoría de los casos sus votaciones en juicios palpables y rigurosos como veremos a continuación. Describir al citado galardón viene a querer otorgar propiedad a un premio intangible, seriedad a una retribución politizada y mérito a una compensación que premia algo tan personal, individual y si me apuran imposible, como es querer averiguar quién es el mejor jugador del planeta.
Por todo esto, existe una serie de hechos que demuestran o al menos ponen sobre la mesa que el citado premio se fundamenta en unos cimientos que impiden que sea tomado con la seriedad que la Federación Internacional de Fútbol Amateur (FIFA) quiere y desea transmitir:

1- Ausencia de criterios claros y concisos para la elección: No existe en la actualidad criterio alguno basado en números, hechos o datos rigurosos por el que los votantes del Balón de oro puedan otorgar sus puntuaciones. Bien es cierto que la organización apremia a los electores a fijarse en una serie de actuaciones personales antes de emitir su voto. La FIFA habla de méritos basados en la clase del jugador, su carrera profesional y la personalidad y carisma que posee, lo que lleva a preguntarse, ¿cómo se mide la clase de un jugador y en qué se diferencia la personalidad de uno u otro? ¿Cómo diferenciar la calidad de Messi o Cristiano Ronaldo? ¿En qué basarse para tomar esa decisión? ¿Cómo un capitán o un seleccionador puede fundamentar racionalmente su voto para elegir el carisma y la personalidad de un futbolista? ¿Cómo se calcula eso? ¿Es acaso mejor el temperamento de Ribery que el de Neymar? ¿En qué nos basamos para afirmarlo?

En efecto, la FIFA busca una medición insostenible, virtudes que nada que tienen que ver con la decisión final de lo que se vota y el por qué se vota. ¿Acaso el carisma influye en que un jugador sea mejor o peor dentro del campo? Por eso, de todas las premisas en las que la federación hace hincapié, únicamente podríamos tomar la de resultados obtenidos individual y colectivamente durante el año, como la mínimamente palpable y medible. Ahí sí se pueden comenzar a solventar objetivamente (más o menos) puntuaciones, pero ¿es eso justo?, en opinión de quien les escribe, no. El porqué de mi razonamiento es simple aunque la conclusión desprestigia por completo el fin último del premio: es muy difícil medir el mérito individual en razón a una colectividad. Si por la unión de méritos colectivos se ha de repartir el galardón no sigan ustedes leyendo, dénselo a Frank Ribery este año, nadie merece más el Balón de Oro que alguien que ha conseguido los tres títulos más importantes a los que aspiraba. Sin embargo, ¿es mejor jugador el francés que los otros dos grandes favoritos a llevárselo? Efectivamente, de nuevo llegamos a la conclusión final de que no es posible comprobarlo, ni mucho menos y, en el caso de que así fuera, la respuesta sería un rotundo no.

viernes, 3 de enero de 2014

Noche de reyes

Los nervios lo atenazaban como si de un muchacho de cinco años se tratase. Entró en la casa sabiendo que su regalo lo esperaba en la habitación, a oscuras y sin hacer ruido. Anduvo por los pasillos intrigado con la sorpresa que le aguardaba pocos metros más allá y permaneció callado a la espera de que alguien o algo produjese el primer atisbo de sonido. No ocurrió nada.

Se encontraba en el umbral, la puerta permanecía entreabierta y la luz roja producida por el brillo de un viejo radiador abrillantaba el ambiente. Sin más dilación abrió la puerta y, por fin, la vio. Estaba de pie junto a la cama, envuelta en un papel de regalo a modo de fina lencería color azabache. Su cuerpo se transparentaba entre esa tela fina y delicada y dejaba entrever las curvas de su anatomía. Su melena morena caía por sus hombros y sus ojos, verdes como la turmalina más pura, se clavaban, lascivos, en los suyos. Al verlo entrar se tumbó en la cama y esperó a que aquel muchacho tiritante se atreviese a abrir el presente que en esa noche de reyes el mundo se había conjurado para obsequiarle. Él se acercó poco a poco hasta que se hubo puesto frente a ella y comenzó, con más maña que fuerza, a desliar aquel lazo que ataba su refinado atuendo y que no tardó mucho tiempo en desliarse. Bajo el papel cuché de ese pecaminoso regalo, se abrió un cuerpo que se estremeció cuando los dedos de aquel curioso hombre comenzaron a explorar cada poro de su piel. Y ahí, en aquel preciso instante, quedaron desterrados los demás presentes, y la Navidad tocó a su fin recordando más a una tarde calurosa de julio que al frío gélido que resoplaba tras una ventana sudorosa y empañada a causa de dos amantes que comenzaron prestos a disfrutar como niños malos de los regalos que los reyes magos les habían dejado creyendo que se habían portado muy bien.