No vale la pena lamentarse por lo
que no se hizo ni por lo que se hizo mal, aunque entre esas dos cosas, no os quepa
duda, siempre es mejor jugársela y equivocarse a permanecer el resto de tu vida
pensando, “¿qué hubiese pasado si lo hubiese hecho, si no hubiera dejado escapar
mi oportunidad?”.
No vale la pena llorar por quien
no quiere estar contigo, ni deshacerse de todo aquel que se muere por no
separarse de ti. No vale la pena dormir mucho si no se tiene nada con lo que
soñar, ni acostarte temprano si queda por ahí alguna boca que poder besar. No
vale la pena perseguir a alguien que no se mueve, ni moverse por una persona
que únicamente pretende que nunca eches a andar. No vale la pena temerle a la
oscuridad si es en ella donde suelen ocurrir las mejores cosas que nos pueden pasar.
No vale la pena dejar para mañana
lo que puedas hacer hoy, sobre todo si eso que puedes hacer te gusta, te alegra
o te hace llorar de la risa. No vale la pena decir “a ver si nos juntamos todos
un día de estos” cuando hay tan pocos días por delante, aunque parezca que no,
que quedan muchos más. No vale la pena ver basura en la televisión cuando
quedan tantos buenos libros por leer, tantas buenas películas por descubrir y
tantos nuevos discos por escuchar. No vale la pena sentarse a ver pasar el
tiempo cuando no hay bien que más debiéramos apreciar.
No vale la pena tirar un trozo de
tarta por esos kilitos de más, ni dejar de decirle a una chica lo preciosa que
está por vergüenza, por timidez o por creer que no te corresponderá. No vale la pena
esconder un piropo educado por el qué dirán, dejar un folio en blanco por si no
gustará o decirle al amor de tu vida que la quieres como jamás, en todos los
días que le queden en este planeta, nadie la querrá. No vale la pena temerle a
la muerte sino a una vida vacía, inerte o alejada de lo que tú consideres que
es la felicidad.
No vale la pena salir a la calle
si no tienes a nadie que te acompañe a pasear y no vale la pena quedarte en
casa si hay gente que te llama para dormir fuera, en algún lejano lugar. No
vale la pena encerrarte en tu alcoba si quedan tantos países por encontrar, y
tampoco vagar sin rumbo cuando hay una muchacha desnuda en tu
cama esperando a que la beses sin parar. No vale la pena hacer lo que no te
gusta por el mero hecho de agradar, no vale la pena desear otra vida cuando
sólo tienes una para disfrutar. No vale la pena querer a quien no te quiere,
luchar por quien no mata por ti; no vale la pena andar con quien
borra tus pisadas, intentar volar por quien te corta las alas y dar tu corazón
a aquella persona que no lo sabe apreciar.
Así que salta, ríe, bebe, llora, baila, ama, besa y vive, que si hay una certeza absoluta es que hoy es más tarde que ayer pero también, por suerte, es más pronto que mañana para salir a la calle y gritarle al mundo que nada ni nadie va a hacer que desaproveches ésta, tu única y maravillosa oportunidad.