jueves, 15 de febrero de 2018

No es amor... es otra cosa

Si te seca los ojos por tantas lágrimas derramadas y consigue que tu tez se quede ajada, pálida y ojerosa; que sepas que lo que estás viviendo no es amor… es otra cosa.

Si te daña tan adentro que sientes un pinchazo en el corazón, si te hace infeliz y los gritos ganan la partida a la risa, las caricias y la pasión; si se hace cansino, repetitivo o más pesado que una losa, ten claro que eso no es amor… es otra cosa.

Si ella busca en otros lo que tú te mueres por dar, si te besa con los ojos abiertos, como si su mente estuviera en otro lugar, si tiene prisa por marcharse los domingos y fiestas de guardar, si te mira sin brillo, al contrario de lo que a ti te suele pasar o prefiere dejarte solo en una tarde triste y lluviosa, amigo mío, eso no es amor… es otra cosa.

Si das todo y no recibes nada, si vuelcas el cielo para ella y no es capaz de valorar que le hayas regalado las estrellas, si le abres los caños del mismo mar y ella te pide que le des agua en botella, si le entregas tu corazón en verso y te responde que prefiere la prosa, eso que te están dando no es amor… es otra cosa.


Porque el amor es generoso y se quita para darlo todo. No exige, obliga, pide o te engaña de cualquier modo. El amor no juega a dos bandas, no grita, no huye, no engaña, chilla ni manda. Cuando hay amor no cuesta decir ‘te quiero’, dar la razón o dejarse cualquier cantidad de dinero. Cuando se quiere de verdad no hay viaje largo, ni cuentas de gasolina, porque el amor te hace mejor persona y, cuando es absolutamente puro, todo lo bueno en ti germina.

El gran problema es saber diferenciar el amor de lo que parece serlo. Y yo, queridos míos, os doy una pista sobre ello: “Amor verdadero es aquel que, aun estando de mierda hasta el gaznate, tienes fuerzas para desear que ella sonría, sea feliz y encuentre pronto y en alguna parte, a otro que le dé todo aquello que tú no supiste darle”.