viernes, 24 de enero de 2014

El cornudo agradecido

Hace ya tiempo que me acuesto cada noche con la certeza casi incorruptible de que este país, antes llamado España, no me puede sorprender más. Sin embargo, lo hace... no sé cómo leches lo consigue, pero vamos que si lo hace. 
Ayer se conoció, o al menos parece que comienza a conocerse, un nuevo escándalo en uno de los sectores más ruines, mafiosos, delictivos y ennegrecidos de cuantos generan ingresos en la nación, el fútbol. Con la dimisión de Sandro Rosell, presidente del FC Barcelona, parece que comienza a aclararse el que probablemente sea el fraude deportivo más grande de la última década y que llevará a la luz, casi con total seguridad, al fichaje más caro de la historia, tapado por otro lado, de manera bochornosa y totalmente ilegal.

La compra de Neymar por el Barça tiene pinta de que podría casi triplicar el valor de las cifras oficiales y, que casi con total seguridad, las doblará. Se habla ya de cien millones de euros de coste y algunos periodistas como Eduardo Inda llegan a asegurar que la operación se cerró en torno a los ciento cincuenta. Sin pruebas y únicamente con testimonios es difícil afrmarlo, pero parece que, efectivamente, los cincuenta y siete oficiales están muy lejos de ser los reales. Igualmente habrá que esperar.

Como iba diciendo, mi discernimiento se basa hoy en dos puntos diferenciados y que tratará a continuación. En primer lugar hablaré de porqué pienso que se ha escondido esas cifras y posteriormente afrontaré la parte más bochornosa del tema en cuestión. Comencemos.


Muchos pensarán que el club catalán ha tergiversado descaradamente las cifras del coste de Neymar porque detrás de ellas se esconde una práctica muy común en este país, las comisiones y los pagos en B. Es decir, lo que realmente pueden ser cien millones, decimos que han sido cincuenta y el resto nos lo repartimos entre los señores trajeados a costa de nuestros socios. Vamos, el pan nuestro de cada día. Sin embargo y sin querer quitar potestad a esta primera suposición, yo veo algo más en todo este escándalo y que se reduce a un discurso inventado y estúpido que el propio club blaugrana viene contándonos desde hace lustros. ¿Cómo el equipo de la cantera y los valores se va a gastar cien millones de euros en un jugador? ¿Cómo la ciudad de Barcelona, con su señor obispo a la cabeza, va a permitir tamaña ofensa a una sociedad en crisis? ¿Cómo vamos a meterle en la cabeza a nuestros ya aborregados seguidores una mentira tan gorda? Volvemos una vez más a esa estupidez supina y, por desgracia muy común, que se baña en la demagogia y no entiende, porque no le da las luces para entenderlo, que las cifras millonarias de un futbolista se pagan en el noventa y nueve por ciento de los casos porque se recuperan con creces después. ¿Creen ustedes que Florentino Pérez pagaría noventa y un millones de euros por un galés si no supiese a ciencia cierta que los va a recuperar? ¿Creen ustedes que si al presidente del Madrid Neymar le salía por ciento cincuenta millones al Barça le habrá costado la tercera parte? *

El segundo punto de esta reflexión mañanera deja un poco de lado a la entidad ahora presidida por Josep Maria Bartomeu (veremos hasta cuándo) para centrarse en la masa, en la plebe, en el conjunto de la ciudadanía. Retomando el hilo del inicio de este texto, parecía que este país no podía sorprenderme más. Después de ver un corrillo de analfabetos aplaudiendo a un probado estafador de la hacienda pública (sí, de tu dinero y del mío) pensaba que no podía encontrar un foco de mediocridad mayor en éste, mi querido país. Pero una vez más lo subestimaba demasiado. Y es que hoy, el día después de que la trama de engaño salte de una vez por los aires, veo cómo cientos de catalanes y seguidores del club, vitorean a su ya ex presidente y culpan a la justicia (y al Madrid, cómo no) de una especie de campaña en su contra. Es decir, no sólo no están enfadados con el ladrón, sino que se cabrean con el policía que ha descubierto que les robaba. El acabose.
Yo me imagino a un señor que llega cansado después de una dura jornada laboral a casa y se encuentra a su señora esposa en la cama con un famoso actor hollywoodiense y, cuando los encuentra en pleno acto amatorio, se para en seco, corre hacia la cocina y vuelve con amplia sonrisa, blog de notas y bolígrafo en mano, a que le firme un autógrafo.

En fin, de nuevo y muy tristemente para todos nosotros se cumple mi ya celebérrima frase (tengo que patentarla antes de que me la quiten) de que en esta España pútrida "nos merecemos todo lo malo que nos pase".

*Nota: La moraleja de todo este asunto os la resumo en este tuit que publiqué anoche.