Recopilación de todo lo que veo, escribo, escucho, hago, siento y quiero... o simplemente me invento.
jueves, 20 de diciembre de 2012
Voces en Imágenes
Le robo a @varumora un vídeo de su Tumblr que es buenísimo y que gustará, a buen seguro, a todos los amantes del cine. Disfrutadlo
miércoles, 12 de diciembre de 2012
12-12-12
La fecha había llegado: doce del doce del doce… era el
momento. Salió de su casa y miró el reloj: las doce y doce minutos, tal y como
había acordado con su docente que sería. Comenzó a recorrer las doce calles
que separaban su hogar, una antigua iglesia docética, del barrio donde algunos
comerciantes ya preparaban las uvas que se venderían a docenas pocos días
después… concretamente… doce.
Doce pasos más allá, una doncella doceañista relataba en voz alta El
doce, aquel poema de un tal Aleksander Blok, a doce alumnos del instituto bilingüe Docce. La Europa de los doce había pasado a la historia al igual que
el mito artúrico, aquel que reunía a sus doce caballeros a la mesa con el rey. Y
sin embargo, ya únicamente el Rey de Reyes, el que fuera traicionado por uno
de los doce, podría impedir que su plan se viniera abajo justo al dar las doce…pero
para eso quedaban todavía doce largas horas por delante.
Pasó
el tiempo y la docena de segundos que restaban para el
fin del mundo le pareció apenas una duodécima parte de lo que había
imaginado.
El reloj seguía incansable, como los aficionados de La Doce en día de
partido, avanzaba presto hacia la medianoche y, las posteriores doce
campanadas que marcarían el
principio del apocalipsis, estaban a punto de resonar sobre los doce
millones de
personas de la ciudad, la doceava en número de población. Y entonces,
cuando todo parecía perdido, el último resonar trajo consigo la calma,
una calma que ella no entendió hasta que recordó que los Mayas habían
dicho el
21 no el 12, no le había dado la vuelta al calendario y lo había leído
al revés. Un error que le tiraba al traste todas las cuentas que había
hecho durante todo aquel tiempo y la ponía, por qué no decirlo, de un
humor de doce pares de cojones.
lunes, 3 de diciembre de 2012
Metáforas en la oscuridad
Se levantó…y todo estaba oscuro.
Como la noche más abrumadoramente opaca, como el futuro que le aguardaba tras
una puerta no muy lejana o como aquella metáfora bética que hablaba de los
testículos de su más célebre futbolista nigeriano. Ahí estaba él, abatido y despistado
en el mundo como un vástago de meretriz en la festividad de San José, como lo
hace un periodista en un curso de moral y ética o un político en una gala
benéfica. No encontraba nada, no sabía dónde estaba ni hacia qué lugar se dirigían sus
pasos, todo seguía lóbrego, fosco y apagado.
Comenzó a deambular como un
borracho por las calles de la ciudad sin rumbo fijo, sin importarle dónde ir o
cómo llegar y conteniendo su zancada cada cierto tiempo para intentar atajar
las náuseas del whisky barato que había ingerido en cantidades ingentes no
mucho tiempo atrás.
Avanzó posteriormente buscando una señal que le
diese la pista necesaria para situarse en el mapa, para hallar la dirección en
un mundo que hacía tiempo que había perdido el norte. Recordó, en un momento de
lucidez, sus vacaciones en el sur viendo películas del oeste, cuando
por fin volvió en sí y se dijo: "este no es el camino”.
El tiempo pasaba raudo y veloz duplicando su
voracidad como Falete en viernes de Cuaresma, sin detenerse ante nada ni ante
nadie. Todo seguía oscuro y él empezaba a impacientarse, ¿Dónde ir? ¿Qué hacer?
¿Cómo salir de aquel sinsentido aciago? Ya nada tenía sentido: aquella cegadora
opacidad beligeraba contra su persona mientras afuera el mundo se oscurecía
también en la época más falaz de la historia de la humanidad. Pobreza, muerte,
crisis, la posible marcha de Mourinho ¿qué más podría pasar? ¿Por qué se ceba así
el universo con nosotros? la más kafkiana e irresoluble paradoja puesta al
servicio de un mortal perdido en un vacuo estado de soledad y preocupación una
noche cualquiera.
Nostálgico de la luz que un día bañó sus ojos,
nuestro protagonista siguió andando por aquel espacio cerrado e incoloro,
despacio, muy despacio. Esa horrenda pesadilla lo seguía atosigando con la
fiereza de un sátrapa que juega con su pueblo como lo hace un titiritero con
una marioneta. De repente, un destello provocó una chispa en su mente y cayó en
la cuenta de que el infierno quizás no lo fuera tanto, que aquella pesadilla
podía encontrar los matices necesarios para no ser más que eso, un mal sueño,
un estado de letanía pasajera y, entonces, alargó la mano. Con la sonrisa del
lacayo que derroca a la tiranía accionó el interruptor y se vio de nuevo en su morada.
Todo había pasado, sólo había sido un mal sueño, pero esa noche aprendió que hasta
los sueños más tenebrosos se pueden adornar con palabras y las palabras son
eternas, pese a quien le pese.
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