La calma y la tempestad, el día y
la noche, el mar y la montaña, el ahorro y el derroche. Tú y yo, tan distintos
y tan iguales, lo superficial y lo profundo, la forma que tiene la vida de
enseñarnos que lo único que tiene sentido es lo que no tiene sentido ninguno.
Tú tan de agua salada y yo tan de ahogarme en ella; tú tan de sol, crema y
sombrilla y yo tan de sentarme en el bar con una cerveza bien fría. Tú de
arreglarte, ponerte tacones y salir a la calle a comerte el mundo y yo de
sudadera, zapatillas, vaqueros sucios y pinta de vagabundo. Yo de gustos
sencillos y tú tan jodidamente complicada, yo de decirlo todo con miles de
palabras y tú de hacer lo mismo con una simple mirada. Tú de enfados largos y
repentinos, yo de cortos y abruptos, tú de querer tenerme cerca y yo de que
siempre estemos juntos. Tú de flores, olores y series españolas, yo de viajes
largos, noches lluviosas, el mar picado y repleto de olas. Tú de ducharte por
la mañana y yo de hacerlo por la noche, tú de conciertos en el baño y yo tan de
música en el coche. Tú de llanto fácil y risa apasionada, yo de tener la
certeza de que si te veo feliz a mí en esta vida ya no me falta de nada. Tú de
decir que me quieres, yo de quererte a rabiar, tú tan sencillamente increíble
que cuando soy consciente de lo maravilloso que tengo, por momentos, me cuesta
hasta respirar. Tú de rosas rojas en camisetas estampadas, yo de claveles blancos
cayendo desde las gradas, tú de vivir el momento, yo de querer avanzar, tú de
dejar que se seque el cemento cuanto más me ves amasar. Tú de cenas en
restaurantes de bonitos yo de McDonald’s, bares cutres y chiringuitos; tú de
sol y calor, yo de noches frías y edredones, tú tan de regañarme por todo y yo
poco aficionado a los sermones. Tú de primaveras llena de flores, yo de
alergias, estornudos y temblores, tú de ginebra mezclada con cosas raras y yo
de whisky sin nada de nada.
Y, sin embargo, aquí me tienes,
remando a tu lado, copiloto de tu vehículo sin frenos, el capitán de tu ejército
espartano, el hombre al que le empieza a faltar el aire cuando te echa de menos.
El chico al que tienes comiendo de tu mano, el enfermo que con un beso se
vuelve de repente sano, el calor en invierno, la gota fría en verano y el tío
que se levanta cada día sintiéndose, de este puñetero planeta, el más
afortunado. La arcilla esperando a que la hagas jarrón, la planta que se muere
si no la riegas, la oveja descarriada que necesita a su pastor, el barco que se
hunde si no lo navegas. Tan perdido sin ti que parece que nunca me he
encontrado; tan insulso, tan ruin, tan vacío del todo, tan alejado de la
realidad, tan indiferente, al fin y al cabo, tan solo. Al final, si algo he
aprendido, es que va a ser cierto eso de que los polos opuestos se atraen y se sienten
bien unidos. Al final va a ser verdad que, de tan opuestos que fuimos, nos
hemos hecho parecidos.