martes, 4 de marzo de 2014

Microcuento (IV)

La almohada lo recibió fría como la noche y el colchón le respondió de la misma manera. El ambiente, gélido como el mismo hielo, parecía introducirse por los poros de su piel hasta lo más profundo de su tuétano. Se acurrucó en posición fetal y comenzó a exhalar vaho de su boca con la vana esperanza de calentar su cuerpo. Se tapó con el edredón hasta las cejas y se subió los calcetines hasta la pantorrilla y por encima de los pantalones del pijama. Se metió la parte de arriba por dentro también e introdujo por último las sus manos en los bolsillos de la chaqueta. Ya estaba listo para dormir, tenía todo preparado para vencer al frío aquella helada noche invernal, la batalla sería suya y se alzaría vencedor. Pero fue entonces cuando ocurrió, cuando un pinchazo de abatimiento le punzó el corazón con dureza. En efecto, se había dejado la luz encendida y le tocaba comenzar de nuevo todo el ritual. ¿Qué había hecho él para merecer aquello?