"La vida es eso que pasa entre
café y café” le leía a una chica esta tarde en alguna red social que ahora
mismo no sabría nombrar. Esa frase de servilletero de bar o de libro de autoayuda encierra tras de sí una cuestión más profunda, la misma que se lleva planteando la humanidad desde que es humanidad. ¿Qué cojones es la vida? Pues os lo voy a decir:
La vida es una cerveza en el
local donde todos mis amigos se reúnen, una conversación con un tipo al que
hacía mil años que no veías, una mirada de la chica a la que jamás besarás y
que, a estas horas de la noche, se come a uno de tus grandes compañeros de aventuras mientras
piensa: “¿y si le hubiera dado a él una oportunidad?”. Eso es la vida… y mucho
más.
La vida es un paseo con la
bicicleta una tarde de domingo, que tu madre se eche a llorar porque no puede
contigo, una taza de chocolate caliente en diciembre o que el amor de tu vida
te diga por chat que está con saliendo con otro. Que tu mejor amigo se
vaya a vivir a la otra punta del país, que te rías tanto que no puedas respirar o que, sin darte cuenta, estés a punto de cumplir los treinta. La vida es eso
que está pasando mientras os escribo este texto.
La vida es una novia que te
cambia por Roma o el olor de la ropa de invierno cuando la sacas del armario.
La vida es la chica que se muere porque la beses o esa otra que está harta de
que le digas que darías media vida por dormir junto a ella. La vida es un chupito de
tequila en la barra del bar o una canción de Sabina en la soledad de tu hogar.
La vida son las fotografías viejas de algún álbum lleno de polvo o un Jack
Daniel´s con un señor al que siempre respetaste. La vida, la tuya y la mía, son
todos los besos que has dado y todos los que te quedan por dar.
La vida es esa mujer embutida en
un vestido verde que te vuelve loco con sólo mirarla o esa otra que te prometió
un día que jamás volvería a hablarte. La vida es un balón de cuero entrando por
la escuadra de una portería, don Sergio Ramos García marcando un gol en el
descuento o algún jugador del Real Madrid levantando una copa al cielo. La vida
son las lágrimas, las sonrisas, los gemidos y las palabras que nos hemos
llevado en la mochila y nunca hemos dejado que salieran a la luz.
Sí, la vida también es una
canción de Taburete, ver a Walter White de mala hostia, el coche que no arranca, la pata que le falta a mi radiador, el enfado y la angustia porque las cosas no te salen
bien, los labios que extrañas y el ´clic’ de un sujetador desabrochándose. La
vida es que un amigo tuyo te diga que tiene una enfermedad jodidísima y que tú,
con toda la puta sinceridad del mundo, le contestes: “aquí me tienes para
luchar contra ella. Los dos. Juntos.”. La vida es matar o morir por la gente que te importa todos
y cada uno de los días de esa misma vida que te ha tocado vivir.
La vida es
sobre todo besar, abrazar y decirles a todas las personas que te rodean, quieres y amas precisamente eso: lo
mucho que las quieres o lo muchísimo que las amas. La vida es cada ‘te adoro’ que pronuncian tus labios,
cada caricia sobre una piel desnuda, cada bocado al cuello en noches de pasión
o cada susurro casi mudo en una habitación oscura donde se puede llegar a oír un
“me estoy enamorando de ti”. La vida es amar muy fuerte todo lo que amas, matar
por todo aquello por lo que morirías y disfrutar de cada una de las cosas que
te hacen tan feliz que, si tuvieras que dar la propia vida, no dudarías un
minuto en hacerlo. La vida es amar y ser correspondido o incluso, si me
apuráis, amar y no serlo; porque al final no importa si te quieren o te odian, si caes mejor o peor o si eres correspondido o no, lo
verdaderamente importante de este camino que más pronto que tarde terminará, es
irte con la cabeza bien alta gritándole al mundo que tú diste lo máximo que tu
corazón podía albergar. Y cumpliendo con esa premisa, amiga o amigo mío, podrás
decir dentro de muchos años que tus días en esta tragicomedia llamada ‘vida’
tuvieron sentido y que tu papel mereció la pena. Si no, te irás de aquí solo y
amargado y te reprocharás para siempre el no haber disfrutado al máximo de toda
la belleza que tienes a tu alrededor. Así que venga, espabila... y vive.