Es ahora que tu ropa ya no cuelga de mi armario cuando más me
acuerdo de tantas y tantas noches quitándotela. Ahora que te has ido es cuando
más te recuerdo, cuando más te echo de menos, cuando más perfecta te hago. No
queda lugar para el error en este
subconsciente empecinado en pulirte como un diamante en bruto; no queda
resquicio de fallo o imperfección, todo eso te lo llevaste contigo aquella
noche fría de invierno en que nos dijimos adiós para siempre.
Hace tiempo que tu perfume
desapareció del espejo de mi baño y, sin embargo, no se termina de ir del todo
de las sábanas de mi cama. Te llevaste contigo las riñas, los enfados y las
discusiones y te dejaste aquí las caricias y los abrazos. No queda rastro de
todas las peleas que tuvimos, ni de todas las cosas horribles que en alguna
ocasión nos dijimos. Si cierras bien los ojos en mi casa, todavía se escuchan
los besos que nos dábamos en cualquier parte de ella.
Aún hay veces que me giro en la
cama buscándote, y eso que ella parece no acordarse de ti. Casi se me ha
olvidado tu manía de acaparar el mando de la televisión, tu mal perder, las
horas que esperaba a que terminaras de arreglarte o las mentiras que me
dijiste. Todo eso lo ha borrado mi mente como el aire se lleva el polvo del
camino. Y ahí, donde quedaban todos esos desperfectos, únicamente sigue tu
sonrisa al sonrojarte, tu forma de caminar, tus manos acariciándome el pelo o
el momento en que supe que, por mucho que pasase el tiempo, no encontraría
ninguna como tú por mucho que removiese cielo y tierra.
Te marchaste buscando otra vida
mejor y yo, en vez de ofuscarme en odios vanos e inútiles, conseguí
involuntariamente hacerte mejor de lo que jamás serás. Te he perfeccionado con
el tiempo aunque no seas más que otra mujer imperfecta como los cientos de
millones que vagan por ahí. Ya lo dijo en una ocasion ese poeta colombiano de bigote poblado y cara de bonachón: "puede que seas una persona insignificante para el mundo, pero para alguna persona, tú eres su mundo"
Conseguiste que la taza de café
más horrible que había en la cocina sea ahora mi preferida, que todas las Copas
de Europa me sepan a ti, que suenen los Rollings
en mi Iphone y que, de vez en cuando, me venga el sabor de tu boca a mi cabeza.
Te llevaste contigo mucho, pero me dejaste lo mejor: el recuerdo de aquellos
años que ahora se antojan preciosos aunque, si te pones a recordar, no lo
fueron tanto. Imagino que será la mujer que sí decida quedarse a mi lado la
que, poco a poco, le dé la razón a mi mente sobre mi corazón; pero ahora,
querida, quería decirte que te he hecho mejor de lo que eras y que con eso
hemos ganado los dos: tú por pensar, mientras lees esto en tu ordenador, que
jamás conseguiré olvidarte, y yo, sin embargo, por saber que en un alarde de
imaginación conseguí eliminar todas tus imperfecciones y así, casi sin
quererlo, el que se quedó con la mujer perfecta fui yo.