Llevo ya un par de meses colaborando para la revista DSS Magazine. Al ser un medio de pago online, muchos de vosotros quizás no la conozcáis aunque os dejo el enlace AQUÍ por si os interesa adquirir un ejemplar (desde luego, merece la pena). Este mes escribo varias cosas allí y, además, tengo el honor de abrir la 'Sala de reflexión' con un escrito sobre la televisión y la sociedad que os dejo para que leáis.
“España va mal se mire por donde
se la mire”. Con esta frase cerraba su discurso un conocido mío en una de las
muchas conversaciones que mis amigos y yo tenemos, cerveza en mano, frente a la
barra de nuestro bar preferido. Como tantos y tantos españoles de a pie
intentamos, con más pena que gloria por supuesto, solucionar los problemas de
nuestra nación desde la tranquilidad que otorga estar sentado al cobijo de un
anonimato que ofrece la posibilidad de opinar sobre todo, dar una impresión de
que sabes del tema y después olvidarte de los resultados si las cosas no fueron
como tú pensaste que lo serían. Es muy español criticar y opinar sin tener
idea, nosotros somos así y probablemente de ahí nazca nuestra grandeza o
nuestra pequeñez, según como ustedes lo quieran ver.
Aquella frase perduró en mi
memoria desde entonces. La verdad es que el chico llevaba razón, España va mal
en muchos aspectos: sanidad, educación, política, corrupción, cultura, paro,
economía, moralidad e incluso en el deporte, donde la edad de oro de nuestra
generación está salpicada por unos escándalos de dopaje que parece todavía
están por derramar toda la mezquindad posible sobre personajes que parecían
limpios. Ya veremos qué pasa.
España va mal, eso es algo que
todos ustedes saben y probablemente no necesiten que se le recuerde. Echamos la
culpa a los banqueros y a los políticos, a los poderosos y a los corruptos; nos
centramos en hacer que caigan sobre ellos todas nuestras maldiciones porque son
ellos, por supuesto, los que nos han conducido a este caos. Sin embargo, existe
algo de responsabilidad en nosotros. Un sentimiento de culpa que intentamos
esconder en muchos casos y que directamente obviamos en otros porque nos corroe
pensar que la sociedad de nuestro país se merece una clase dominante tan
pútrida como la que tiene. Y yo creo que en parte es así.
Me gusta basar mis argumentos
para decir que nos merecemos todo lo malo que nos ocurra en la simple y poco
demostrable teoría de que la programación televisiva habla por sí sola de una
sociedad moderna. Los índices de audiencia en España demuestran que aquí
importa el fútbol y la telebasura, poco más. Creo firmemente que la nación que
más ediciones de Gran Hermano ha acogido en todo el planeta no puede ir bien de
ninguna manera. Los índices culturales, el buen gusto y la democratización de
una cultura de calidad son, en mi opinión, pilares de una sociedad que aspire a
ser grande. Bien es cierto que, probablemente otros grandes países como EEUU o
Inglaterra puedan competir en chabacanería televisiva con nosotros o, incluso, hasta
puedan derrotarnos fácilmente. Quizás el debate esté planteado de una manera
incorrecta por quien les escribe y no haya que delimitar la inmundicia televisiva
a fronteras nacionales sino reflexionar el por qué la televisión a es tan
espantosamente mala en la gran mayoría de los canales y, los más importante,
por qué esa deficiencia de calidad engancha a tantísimas personas.
La televisión forma parte de
nuestra educación y nuestro modo de vida, esa verdad es universal y casi aplicable
al cien por cien de la población. La caja tonta está presente en nuestras existencias
y nuestros hijos basan en ella muchas de las expectativas de su futuro. Hace
tiempo que ser médico o arquitecto dejó de ser importante para un adolescente
que ve mucho más interesante poder jugar en el Real Madrid o, en un caso
muchísimo más penoso, poder ser uno de los candidatos al banco de Hombres y
Mujeres. Antes de culpar a todos aquellos que nos han llevado a la
defenestración absoluta deberíamos mirarnos un poco al espejo y pensar si en
esa caída que hemos sufrido, si en esta crisis social, económica y política en
la que España se ve inmersa, no habrá tenido algo que ver la falta de criterio
y la dejadez cultural que todos nosotros hemos venido padeciendo. Quizás la
culpa de tener unos gobernantes tan malos sea tristemente, que el pueblo no es
mucho mejor.