viernes, 18 de febrero de 2011

La triste historia de Toby, el perro infeliz

De entre todos los seres que poblamos el planeta, hoy os vengo a contar la que, con casi total probabilidad, sea la historia más desoladora de las que esta vida nos ha ofrecido. La historia de Toby, el perro infeliz

Toby nació en una familia de clase media después de que un perro callejero dejara preñada a su madre una tarde que ella se escapó un par de horas de casa. Tuvo una vida muy triste, ni siquiera se molestaron en currarse un nombre decente, le pusieron el puto nombre que todo el mundo pone a su perro. Además, como el embarazo de su madre no era deseado (ni por la madre ni tampoco por la familia) y ante la imposibilidad de regalarlo a otra persona, el padre de aquella casa decidió sacrificarlo tirándolo al río. La hija de aquel hombre sin escrúpulos, la única junto con su madre que le demostró algo de amor a Toby en su triste vida, se opuso a ello, pero no pudo conseguir que finalmente su padre lo arrojara al caudal. Aquel hombre malvado llevó a Toby y a su madre hasta el río y lo arrojó al agua ante la incredulidad de la perra que, en ningún momento, se imaginaba que el paseo iba a tener por finalidad asesinar a su cachorro. Toby cayó al agua y comenzó a nadar torpemente para no ahogarse. Su mamá se lanzó inmediatamente a rescatarlo. El cachorro se agarró como pudo a un tronco y logró mantenerse a flote a pesar de la fuerte corriente. Su madre sin embargo no tuvo tanta suerte y murió ahogada bajo la mirada de su hijo que, con lágrimas en los ojos, contemplaba la muerte de la única familia que tendría de ahí en adelante.

El perro deambuló por las calles de una ciudad a la que llegó días después de esa tragedia. Como no era precisamente guapo nadie se fijó en él y se las tuvo que apañar como bien pudo para llevarse algo a la boca. Entre paliza y paliza de los encargados de los restaurantes a los que iba a rogar alimento se encontró con un vagabundo borracho que lo adoptó. El hombre, que bebía como un cosaco, lo apaleaba día si y día también, pero Toby no tenía otra opción que aguantar los varazos que su dueño le propinaba con tal de poder alimentarse con las sobras de las latas de conserva caducadas que comía.

Pasaron los años, cada cual más triste que el anterior y, un buen día, su dueño amaneció muerto tras una sobredosis de cocaína. Toby, que siempre tuvo un gran corazón, lo veló durante semanas ya que, aunque probablemente había sido el peor amo de la historia, lo quería por ser lo único que había demostrado algo de afecto a ese desdichado animal.
Tras pasar el tiempo volvió a la calle a vagabundear y, el destino quiso que por fin, de una vez por todas, nuestro protagonista conociera la felicidad. Una preciosa perrita que también había sido abandonada se fijó en él e inmediatamente se enamoraron. Estuvieron juntos durante todo una semana, correteando por los verdes prados, acurrucándose en los portales de las casas que encontraban abiertas para guarecerse del frío, amándose y queriéndose. Sin embargo, el séptimo día, cuando Toby creía que por fin se hacía justicia y encontraba la felicidad, su pareja comió sin querer un veneno que algún desaprensivo dejó en el jardín donde aquella noche habían hecho el amor desenfrenadamente. La vio morir lenta y dolorosamente y notó su sufrimiento como propio. La dejó con el último aliento y, de nuevo con lágrimas en los ojos, pensó que la vida ya no tenía sentido. Así que dejó todo en manos del destino: se jugó su vida ante el azar y decidió intentar cruzar la autovía para probarse ante el karma. Si lo conseguía, significaría que el destino le ofrecía otra oportunidad, si no, todo acabaría como en ese momento deseaba. Se puso en una punta de la carretera y tomó aire. Dio un par de pasos y, como no podía ser de otra manera, el primer camión que pasó por la carretera destrozó en mil pedazos el escuálido cuerpo de Toby. Días después, el encargado del mantenimiento de la autovía, encontró únicamente el corazón del perro, un corazón que era asombrosamente grande en comparación con su cuerpo, un corazón de un perro que nadie recordará pues no hubo atisbo alguno de tregua en su vida, todo fueron calamidades desde que nació hasta que murió en aquel mar de asfalto.

PD: En el título lo ponía claro “La TRISTE historia de Toby, el perro infeliz”, así que no me vengáis con las quejas