Fonsi es un chaval que se define
a sí mismo como comunista pero que, a la vez, viste con polos de Ralph Lauren. También afirma en su círculo más
cercano que es seguidor incondicional del Real Madrid, pero no se esconde en asegurar que celebró el gol de Iniesta en Standford Bridge en la que fue, a todas
luces, la noche más escandalosa de la última década en el ámbito futbolístico
europeo. Es un muchacho de Cádiz que te saluda con un ‘bona nit’ y que reniega de
la cúpula del periodismo deportivo nacional pero se graba en vídeo
para que lo fichen en El Chiringuito. En definitiva, si hubiera que encontrar
una palabra para definirlo (primero habría que devanarse bien los sesos entre la
multitud que a uno le viene a la cabeza) sería, seguramente, extraño.
Antes de que sigan leyendo esta ya extensa introducción, les recomiendo encarecidamente este texto del
gran Hughes (lo de ‘gran’ se lo asignó Juan Leániz hace poco y creo que lo
merece con creces) sobre Fonsi y Podemos. Un artículo que me ha llevado a mí a
sentarme frente a la pantalla, café en mano, para intentar explayarme en los
conceptos que, de soslayo, remarca Hughes en ABC.
Comencemos pues.