viernes, 19 de noviembre de 2010

Llegará

Llegará un día en el que las horas no pasen tan despacio. Llegará un día en que el alcohol no sea mi único consuelo. Llegará un día en que salir sea secundario, y quedarme contigo, únicamente comiéndote a besos, sea lo único que desee.

Ha de llegar ese día en que bese todo tu cuerpo una y otra, y otra vez, hasta desgastarlo, hasta erosionarlo como si fuera una montaña arcillosa ante un torrente de agua. Estoy seguro de que llegará el día en que desee que la noche caiga con toda su furia sobre nosotros, para que la oscuridad nos ciegue, y nada ni nadie pueda ver lo que hacemos bajo el edredón.

Llegará el día en que mi única comida sean tus besos, mi única bebida la saliva de tu boca, y mi único respirar, el perfume de tu cuerpo. No sé si soy digno de pedir —aquí, ante el mundo— que vengas ya, que aparezcas junto a mí, sea donde sea, pero lo hago. Deseo verte en cualquier bar, en una cafetería, en el parque, en un cine, en la biblioteca, paseando por cualquier parte del mundo. Me da igual.

Pero que el tiempo se pare, que todo se detenga, y que sepamos los dos que estamos hechos el uno para el otro. Que nada más importe, solo ese momento. Solos tú y yo. Y nada más…

Ojalá llegue ese día. Ese momento en el que no tenga que volver a escribir nunca más eso de: “Ojalá llegue ese día”. Que las palabras se tornen, por una vez en la vida, realidad.