Imagina tu blusa cayendo sobre
los azulejos de mi cuarto y las gotas de sudor rompiendo contra el suelo
mientras los gemidos resuenan en el aire despertando a los vecinos. Imagina
mis dedos surcando tu piel desnuda, acariciando tu cuello, explorando tu
espalda, palpando tus piernas, apretando
tu pecho, rozando tu boca y sintiendo el calor de tu piel mientras te
voy volviendo cada vez más loca.
Imagina mi lengua luchando con la tuya, imagina tus muslos entrelazados a mi espalda, imagina mis ojos clavados en tus pupilas contraídas, convenciéndote sin palabras de que no quiero que te vayas, de que no habrá otro lugar donde puedas estar mejor; jugando a que el tiempo no pasa, a que el reloj está roto, a que no hay mundo más allá de ese colchón que cruje bajo nuestros cuerpos, que grita de placer, que chirría de gozo, que pide más amor, que nos ruega más pasión, que se nos insta sin pudor a perder cualquier atisbo de razón.
Imagina mis manos levando las
tuyas hacia el cielo y amarrándolas al cabecero. Imagina cómo me pierdo en tu cuello inhalando
el perfume apresado en él, mordiéndote la curva que lo
enlaza con el hombro, notando cómo luchas por no desfallecer. Imagina que
te abrazo tan fuerte que crees que te voy a romper, imagina que te beso con premura una y otra vez, imagina que te amo hasta un nuevo amanecer e imagina, querida mía, que ese sueño
que te narro casi está por suceder.
Imagina que la leyenda cobra
vida, imagina que el cuento se torna realidad, imagina que los besos que
creímos inventados, de repente, se vuelven de verdad. Imagina que la función
comienza y que tú y yo la vamos a interpretar, imagina que el escenario es esa
cama que te digo, esperándonos para echar a volar. Imagina que las letras se
convierten en hechos, que las frases cobran sentido, que el texto que parecía
imposible en un momento parece que ha sucedido. E imagina, mi vida, que un día, cuando
menos te lo esperes, todo esto que te digo…nos habrá ocurrido.