miércoles, 25 de febrero de 2015

Whiplash

Con la resaca de los Oscars aún presente, ahondo en la que, para mí, era sin duda la película más talentosa de las ocho nominadas. De Whiplash como film ya he hablado más o menos en Twitter y quizá hasta escriba algo más extenso en los próximos días. Hoy, sin embargo, quería dejaros un diálogo de la película que ya de por sí vale un premio. Os pongo en situación ya que, aunque voy a intentar subir el vídeo a Youtube, dudo mucho que no lo retiren en pocas horas.


La escena se desarrolla en un bar donde Terence Fletcher (J.K Simmons) toca junto a su banda. Su ex alumno, Andrew Neyman (Miles Teller) pasa por la puerta y ve anunciada la actuación del profesor que más le ha puteado la vida. Entra y lo escucha tocar. Finalizada la pieza, Fletcher lo ve y se acerca a hablar con él invitándolo a una copa. Ahí comienza un diálogo que habla de la motivación del maestro al alumno, de cómo a veces es necesario apretar la naranja con toda la fuerza del mundo para poder sacar el zumo. Y lo cuenta así:

Fletcher: “La verdad es que no creo que la gente entendiese qué es lo que yo hacía en Shaffer*. Yo no estaba allí para dirigir, cualquier imbécil puede mover las manos y mantener el tiempo de una banda. Yo estaba allí para exigir a cualquier alumno más de lo que se espera de él y creo que esa es una necesidad apremiante. De otro modo privaríamos al mundo del siguiente Louis Armstrong o del próximo Charlie Parker. ¿Te he contado la historia de cómo Charlie Parker se convirtió en Charlie Parker?"
Neyman: "Joe Jones le tiró un platillo".
Fletcher: "Exactamente. Parker era un chico joven, muy bueno con el saxo, pero en un concierto va y la caga. Jones casi lo decapita por eso y el público se ríe de él. El chaval llora toda la noche pero, ¿qué hace al día siguiente? Practica. Practica una y otra vez con un solo objetivo: que nadie vuelva a reírse de él nunca más. Al año siguiente vuelve al Reno Club y toca el jodido mejor solo de saxo que se haya escuchado en la historia. Así que imagina por un momento que Jones, en vez de lanzarle un platillo a la cabeza, le hubiera dicho “está bien Charlie, no te preocupes, no estuvo mal. Buen trabajo” Entonces Charlie habría pensado “a la mierda, es verdad, no ha estado mal”. Fin de la historia, no hay Bird*. Para mí eso es una tragedia absoluta, pero es lo que el mundo quiere ahora mientras se pregunta por qué el jazz está muriendo. Por eso te aseguro que cada nuevo álbum de jazz que pasan en algún Starbucks prueba lo que digo, que no hay dos palabras más dañinas en nuestro idioma que “buen trabajo”
Neyman: "¿Pero hay un límite? ¿quizá fuiste demasiado lejos y desanimaste al próximo Charlie Parker?"
Fletcher: "No hombre, no… porque el próximo Charlie Parker nunca se rendiría".


Notas: 
Shaffer: Academia musical donde Fletcher impartía clases
Bird: Apodo con el que se conocía al músico Charlie Parker