martes, 22 de octubre de 2013

Microcuento (III)

No quiero más verbo que el besarte, con eso puedo comenzar a escribir. Seguiría con tu nombre, que es el único sustantivo que conozco. Te aseguro, por otro lado, que no hay nada más determinante que tu belleza y que estoy determinado a hacerte mía, a robarte morfemas inconexos y lexemas lujuriosos. Palabra de honor.

Hablaría más tarde de adjetivos, y ahí podría estar días, semanas, meses y años. Te diría: bonita, guapa, preciosa, bella, linda, hermosa y mil y uno más, porque si algo me sobran son eso, palabras. Mis artículos son pocos, de hecho; sólo tengo dos: 'la' (quiero) y 'una' (vida contigo) y estoy seguro de que con esos me sobra y me basta. Mi conjunción es un 'sino', que no es otro que pasar cada día de mi existencia junto a ti. Ni 'pero', ni 'sin embargo', 'no obstante' 'excepto' o 'a pesar de'; no me vengan ustedes con tonterías. ¿Un adverbio? ahora. ¿Quieres otro? vale, 'aquí'. Con mi interjección favorita cierro: 'puf' qué bonita te tengo en mi mente, qué preciosa que estás. Y añado, por último, el único pronombre que surca mi cabeza cada día y a cada hora: tú... sólo tú.
Poco más que decirte, creo que me ahorraré la preposición y te adjunto una proposición: que no se pase un segundo más sin que tu boca no muerda la mía. ¿Aceptas?