Es casi una obligación moral para
todos los que una vez interactuamos con Juanan hacerle un sincero y profundo
homenaje para conseguir que el hombre que ya no está, siga presente entre
nosotros. Ya saben ustedes, la única muerte es el olvido y es por tanto con el
recuerdo como se inmortaliza la vacuidad y el efímero paso terrenal para conseguir ese estatus de leyenda al que aspiramos muchos y sólo algunos logran. GesiOH ilustraba con una de sus celebérrimas viñetas la más que segura
llegada de @Van_Palomaain al cielo. Gistau o Ampudia lo hacían
entre las más bellas palabras en sus respectivos medios, virtuales o
convencionales, y hasta Álvaro Arbeloa tuiteaba palabras de luto meses antes de
dedicarle el homenaje que sin duda más ilusión le hará: esa décima Copa de
Europa. A mí me queda dejar la penúltima deferencia al amigo que nunca conocí
en estas tristes y casi anónimas líneas. Me resulta un acto aliviador y conciliador
el sumergirme en mi blog personal para inmortalizar al personaje que nos dejó
hace unos días. Difícil de explicar el por qué de ello, aunque trataré de
hacerlo lo mejor posible en su recuerdo.
Yo no conocí a Juan Antonio
Palomino más que por leer cada día sus mensajes en 140 caracteres. Jamás me
tomé una cerveza con él, tuve una charla cara a cara, le apreté la mano o lo
abracé amistosamente. Sin embargo, la noticia de su fallecimiento en el ya de
por sí tristísimo accidente de Santiago, me cayó como una losa. Me resultaba
complicado aquella noche explicarles a mis amigos ‘reales’ el por qué de ese sufrimiento.
Intentaba hacerles entender algo que ni siquiera yo comprendo, que todavía hoy
sigue siendo un enigma del que intento encontrar solución. Me esforzaba por
encontrar las palabras que pudieran revelar cómo he podido cogerle cariño a un
avatar o, mejor dicho, a la persona que se escondía tras él y que tantos buenos
momentos nos hizo pasar. Aún es difícil conseguirlo aunque intentaré por medio
de estas líneas acercarme lo máximo posible a ello.
A @Van_Palomaain lo comencé a
conocer en profundidad hará casi un año. No recuerdo muy bien si fue él o por
el contrario lo hice yo, el que ‘followeó’ al otro en primera instancia. Lo que
sí tengo presente es que la respuesta no se hizo esperar y el follow back fue
casi instantáneo. Nos conocíamos de amigos en común, clara señal por la rapidez
del intercambio ‘followesco’. Yo lo había leído con asiduidad por algún retuit
de ese elenco de genios que puebla mi TL y me gusta pensar que a él le ocurría
lo mismo conmigo. Comenzamos a charlar y a intercambiar pareceres. Aprendí de
él un gusto por la música inglesa que jamás tuve, esa corriente pop noventesca
que tanto arraigo encuentra en el madridismo underground twittero, sirvió para
enterarme un poco mejor de cómo era la persona que había detrás de esa cuenta.
Le cogí cariño, como tantos otros. Es extraño y parece tan jodidamente
peliculero que hasta produce cierto rubor plasmarlo por aquí ante el temor que
infunde que el homenaje al amigo pueda parecer forzado o mal intencionado, y es
entendible que así sea, probablemente yo también lo pensaría.
Nunca maduré la idea de que se
pudiera apreciar a gente que no conoces ni probablemente conozcas jamás, es
la magia de esa bendita red social que se llama Twitter. En cualquier otra, la
amistad de un desconocido incomoda y produce rechazo inmediato, pero aquí, en
el mundo del pajarito azul, llena de orgullo que alguien se moleste por
conocerte, por saber qué piensas y por
qué lo piensas. En Twitter es más gratificante que te sigan desconocidos que
los amigos de toda la vida, y quizás ahí radica el secreto de su éxito.
A Juanan lo despido como me gustaría
que hicieran conmigo: plasmando su recuerdo en algún sitio donde dentro de unos
meses o quizás unos cuántos años, algún viajante cibernético que surque la red
en busca de gilipolleces variadas, se encuentre con este blog y relea lo que él
significó para todos nosotros. Su muerte y el dolor que ella ha traído a los
que tuvimos el privilegio de conocerle por Twitter han sido culpables
indirectos de que jamás se borre de nuestro recuerdo, de que el personaje se
haga inmortal y esté siempre presente. No puedo comparar mi pena con el
terrible sufrimiento que sus seres queridos deben estar pasando en la
actualidad, eso es una evidencia que puede ser hasta de mal gusto cuestionar.
Ojalá pudiera consolarlos con un abrazo o una palabra cariñosa, ojalá pudiera
decirles lo grande que fue Dick para los que nunca tuvimos el gusto de tenerlo
cerca para que ellos, a buen seguro, me respondiesen con alguna historia cómica
que me hiciera apreciarlo y extrañarlo todavía más. Pero no será así. Jamás conoceré a sus abuelos o a sus amigos, nunca sabré si tuvo novia o alguna amiga especial, lo
que sí tendré siempre presente es que ahora sé que tengo grandes amigos en esa
red social, que puedo decir con orgullo que esos avatares, esos apodos o
nombres anónimos que pelean, discuten, bromean o inventan mil y una anécdota
cada día; son algo más que eso, han pasado a ser parte de mi familia, un grupo
de amigos tan reales como los de carne y hueso y tan queridos como los que más.
Juanan era de esa Puta Banda de la que habla Haiku y siempre lo será, de eso no me cabe duda. Nos ha
dejado para siempre pero siempre estará con nosotros. Seguiremos hablando de él
y disfrutando en su honor.
Anoche levantaba una copa de whisky en su memoria, hoy dejo constancia en estas líneas que jamás dejaremos que se vaya, que siempre estará con nosotros en ese hueco en el corazón reservado a los más grandes, porque pocos más grandes había que Juan Antonio Palomino. Descansa en paz amigo. No te vamos a olvidar.
Anoche levantaba una copa de whisky en su memoria, hoy dejo constancia en estas líneas que jamás dejaremos que se vaya, que siempre estará con nosotros en ese hueco en el corazón reservado a los más grandes, porque pocos más grandes había que Juan Antonio Palomino. Descansa en paz amigo. No te vamos a olvidar.