viernes, 16 de octubre de 2009

El insulto más lamentable de la historia

Hoy tenía intención de actualizar con algunas posturas sexuales que ayer tuve la suerte de aprender (no, no pille cacho, pero estuvimos de botellón, salió la conversación y el maestro Raúl me iluminó) pero por respeto a la enorme cantidad de gente sensible a esas guarrería que lee mi blog (mi mamá), os contaré otra anécdota que me pasó hace un par de años.

Tengo la enorme suerte de formar parte del equipo de fútbol de Ciencias de la Información y de tener unos compañeros geniales (hasta aqui el peloteo). Hace un par de años jugamos contra I.E.B (Instituto de educación bursaltil). Deciros que esta gente son pijos no, son lo siguiente. No es que yo tenga algo en contra de los pijos ni mucho menos, de hecho me caen bien, pero es que hay un chaval entre ellos que está muy flipaoo. No sé como si llama ni me interesa, pero lo que si sé (yo y todo el que lo conoce) es que es ...como definirlo sutilmente... GILIPOLLAS.

Siempre suele haber alguna trifulca en esos partidos. Nada fuera de lo común, alguna peleilla y poco más, pero ese día la cosa se torció un poquito más de la cuenta. Un compañero mío que no mencionare para darle anonimat, se picó con él durante el partido. Berni, mi compañero que no iba a mencionar, estaba ya algo cansadito de él y al final le dejó un recadito en forma de patada (en plan cariñoso). Al finalizar el encuentro, Berni que perfectamente podría comprarme a mi de esclavo y a toda mi familia por la enorme ingesta de dinero que tiene, se acercó a él para así, entre amigos, cagarse en su puta madre. El chaval, enfadado, soltó el insulto más lamentable que no solo yo, sino creo que toda la historia de la humanidad ha escuchado jamás. El silencio se produjo y los dos equipos permanecimos atentos a lo que el pijeras iba a decir. Él, se armó de valor y soltó por su boca: ¡Tu cállate... pobre de mierda!

Acto seguido las risas afloraron no solo en las caras de los de mi equipo, sino en los del suyo también. Nunca jamás un insulto provocó tanta alegría en dos equipos condenados a llevarse mal. No creo que se pueda ser más triste en un insulto que burlarse de la condición económica de otro. Con la cantidad de fallos físicos que tenemos todos, con la cantidad de familiares que tenemos todos, con la cantidad de barbaridades que puedes decir en un momento de cabreo, ¡va el pollo y le dice pobre!

Sinceramente increible