Ojalá llegue el día en que te des
cuenta que tienes alma porque te arda de tanto amor, ojalá que rías mucho,
disfrutes de baños de espuma, de noches largas y llores de emoción. Ojalá te
bañes desnuda y escuches el sonido del mar, ojalá te digan cada día lo preciosa
que eres, te abracen hasta que te duermas y te besen despacio en ese lunar.
Ojalá te miren a los ojos con tanto cariño que no puedas respirar, ojalá
encuentres a ese hombre al que tanto buscas y que estoy seguro de que se muere
porque lo encuentres ya.
Ojalá destapes cien botellas de
vino y hagas el amor en una playa; ojalá empieces a sentir fuerte, no tengas
miedo al dolor, te quites el casco, el escudo y la cota de malla. Ojalá que te
cojan la mano y no te la suelten jamás, ojalá que te hinches a dulces, que veas
mil lluvias de estrellas, el cielo de color anaranjado y el turquesa del mar.
Ojalá que seas tan feliz que llegue un día que, aunque no tengas de nada, no
necesites nada más.
Ojalá que te despiertes desnuda,
helada de frío y tengas a alguien que te arrope al verte temblar, ojalá que ese
alguien prefiera quedarse él helado a verte a ti tiritar. Ojalá tengas largos
paseos por el campo y viajes desde las montañas al mar, ojalá veas todo lo que
siempre quisiste y te parezca todo un sueño del que no querer despertar. Ojalá
que tu vida sea un cuento de hadas repleto de caballeros y torneos, batallas y
armas... y un amor de esos con principio pero sin final.
Ojalá que te colmes de buenos
libros, de cine y música de verdad, que te ericen la piel unos dedos surcando
tu cuerpo, que te besen tan fuerte que apenas puedas respirar. Ojalá que pasen
las horas muy rápido, casi tanto que no las puedas ni contar, porque cuando eso
sucede, querida mía, es que estás viviendo de verdad. Ojalá la lluvia te moje
ahí fuera y tengas que resguardarte bajo algún portal, ojalá que te arranquen
la ropa con la pasión de un adolescente que está comenzando a amar. Ojalá
también que te besen lento, concienzudamente y sin prisas por terminar, ojalá
que en otras ocasiones lo hagan tan rápido y tan fuerte que te excites tanto
que parezca que vas a explotar. Ojala que te quieran en cientos de
lugares, a cualquier hora y sin importar quién te pueda observar, ojalá que te
aprieten tan fuerte hacia un pecho henchido de pasión que creas que te van a
destrozar.
Ojalá que todo te vaya bonito,
ojalá que te hagan reír y también enojar, ojalá que te des cuenta de que la
vida sin lo malo no es tan buena como nos cuentan o como a veces queremos
aparentar: que necesitamos pena para valorar la alegría, que las lágrimas de
tristeza sirven para depurar una realidad obstruida, que a veces hay que ceder
un poco para que el otro se entere que realmente, y aunque quizá no lo
demostrabas como debías… lo querías más que quieres a tu propia vida.
Ojalá llegue un día en que, como
te decía al principio, te duela el alma de querer tanto; ojalá comprendas que
entonces y sólo entonces, habrás encontrado lo que andabas buscando. Ojalá la
vida te sonría, le devuelvas la sonrisa y la hagas tan feliz como todas las
mañanas que veía yo la tuya y entendía que eso, y no otra cosa, era realmente
vivir.