miércoles, 24 de julio de 2013

Microcuento (II)

Diálogo de 'La prueba del deseo', de William Roddinguer; donde el amor se pone a prueba y la prueba puede con el amor.
  • Ella: ¿Cuánto me quieres?
  • Él: Tanto que con un susurro de tus labios mi corazón ya hieres.
  • Ella: ¿Y si me quedase ciega también me querrías?
  • Él: Hasta el fin de nuestros días.
  • Ella: ¿Y si fuera sorda y ciega lo que me depara el destino?
  • Él: Junto a ti estaría mi camino.
  • Ella: ¿Y si una enfermedad en la cama me postrase?
  • Él: No habría nadie que de ella me levantase.
  • Ella: ¿Y si en un terrible accidente mi cerebro dejara de responder?
  • Él: Con tu cuerpo y mi mente seríamos un único ser.
  • Ella: ¿Y si te dijera que me he enamorado del Barça como el viento de los trigos?
  • Él: Te dejaría en el momento, pero podríamos seguir siendo amigos.

martes, 23 de julio de 2013

Let her go


"Sólo necesitas la luz cuando ves que se apaga,
Sólo echas de menos el sol cuando empieza a nevar y
Te das cuenta de que la quieres cuando la dejas ir"

Y así es la historia del ser humano. 
Anhelar lo que no se tiene y desperdiciar lo que podemos abrazar. 
No caigamos en esa estupidez, al menos no hoy...

martes, 16 de julio de 2013

Te busqué

En cada calle de cada ciudad que recuerdo. Te busqué en cada cerveza de los millones de bares que visité y en las vueltas a casa apesadumbrado y zigzagueando de farola en farola y de pena en pena.


Buscaba esa señal que me llevara a ti, que me guiase como si de un camino de baldosas amarillas se tratase hasta lo más profundo de tu Ciudad Esmeralda. Cada trago era más amargo que el anterior y cada beso de esos labios que no eran los tuyos sabía peor que el de la noche pasada. Buscaba entre las alegrías de una tarde de juerga, vacua e insulsa, el camino a la felicidad que hubiese cambiado por otra de riñas bajo las sábanas. Ya sabes, esa celebérrima frase de aquella comedia romántica donde a Debra Messing se le ilumina la mirada cuando le dicen: "Prefiero pelearme contigo a hacer el amor con cualquier otra". 
Y se va con él, como no podía ser de otra manera.

Te busqué con lupa cual detective privado londinense del siglo XIX. Peinaba el mundo y despeinaba las madrugadas mientras me asustaba pensar que lo estaba haciendo mal y que, a lo mejor, debía encontrarte por el día, cuando el sol ya estuviese en lo más alto del firmamento. ¿Y si lo estaba  haciendo al revés? quizá sí. Quizá, aunque te busqué mil y una vez en mil y un lugar diferente, pudiera ser que, cuando más intentaba encontrarte más difícil era para ti hacerlo conmigo. Cuanto más me movía, más me alejaba de ti y cuanto más rápido cambiaba de lugar menos margen de maniobra le dejaba al destino para dar con el mejor momento donde hacer que nos encontrásemos.

Así que me quedé quieto, esperé y esperé y, de repente, dejé de buscarte y comencé a encontrarte durante cada día de mi vida.

jueves, 11 de julio de 2013

Una proposición indecente

Con los libros y las películas pasa una cosa común: por muy malas o malos que sean, siempre puedes rescatar algo de ellos. Me pasó con Pear Harbor y hace poco lo recordé con Una proposción indecente, dos dramas bastante flojos pero que se unen en una banda sonora digna de rescatar, la primera de la mano de Hans Zimmer, la segunda y que os dejo hoy, por parte de John Barry.



Alguien dijo una vez: 
Si deseas con mucha fuerza algo, dejalo ir.
Si vuelve a ti será tuyo para siempre 
y sino regresa es que nunca lo fue

martes, 2 de julio de 2013

Julio

Las faldas revuelan al amanecer por las calles de la ciudad mostrando las piernas tostadas de esas chicas enfundadas en grandes gafas de sol y sonrisas relucientes. Pasean hasta el mar con su bolso colgado del brazo y con la intención de seguir quemando sus pieles ante un astro sol pervertido que se sienta pecaminoso a observarlas. Julio comienza y con él el verano, el verdadero verano. El otro Julio, el de carne y hueso, sale a pasear el día dos de su mes y se encuentra con un mundo inundado por la alegría, por la extraña e irremediable dicha que parece demostrar que ahora, en esta época, todo se antoja menos oscuro. La luz aguanta más, las horas pasan más rápido, la gente parece vivir en la calle y hasta los índices de paro descienden en lo que queremos creer que es una señal inequívoca de que todo mejora... aunque no lo sea y aunque no lo haga.


Julio pasea por los días de su mes en un ejercicio de imaginación redundante que busca adornar este verano que comienza como acabó el invierno, como transcurrió la primavera y nos dejó el otoño. La cerveza y la brisa vespertina son las compañeras de fatiga de ese chaval desangelado, de aquel soñador que un día se despertó del ejercicio de imaginación que había realizado durante años y se dio cuenta de que la vida no es tan dichosa como la pintan, al menos no para todos. Por cada pena un trago y cuanto más penosa sea la desdicha que venga más cargada la copa siguiente, por favor. El refugio de los cobardes es abrazarse a la botella rememorando otros tiempos mejores, otras épocas que quedaron atrás pero que se mantienen inamovibles en la memoria. Julio y sus treinta y un años se unen a julio y sus treinta y un días mientras brinda con tequila por cada uno de ellos y en cada uno de ellos. Se echa a pensar y ve que aunque julio es la medida del trabajo, él no lo tiene; por eso espera medirse en duelo a julio en lo que desea que sea para él, para el propio Julio, un mes y un inicio de verano inolvidable, con las connotaciones buenas o malas que pueda tener esa palabra, pero que no se olvide jamás; como aquellos cuentos que hoy repite su memoria nostálgicamente. Eso le pide Julio su tocayo, ese mes del que ya hemos perdido dos días sin darnos cuenta: que sea bueno o malo, pero que jamás se vaya de su memoria.