Recopilación de todo lo que veo, escribo, escucho, hago, siento y quiero... o simplemente me invento.
martes, 23 de agosto de 2011
Bienvenido al secadero
Hoy encuentro en Twitter lo nuevo de Marea, el nuevo single de un disco muy esperado. Os lo dejo...disfrutadlo
viernes, 12 de agosto de 2011
El romántico Don Quijote
Estoy leyendo en la actualidad el libro en castellano por antonomasia: don Quijote de la Mancha. Por lo que había oído y me habían contado, esperaba un libro denso y pesado pero, muy gratamente para mí, no está siendo así. Hoy os dejo un pasaje precioso, donde don Quijote describe a su amada Dulcinea:
"Yo no podré afirmar si la dulce mi enemiga gusta o no de que el mundo sepa que yo la sirvo. Sólo sé decir, respondiendo a lo que con tanto comedimiento se me pide, que su nombre es Dulcinea; su patria el Toboso, un lugar de la Mancha; su calidad por lo menos ha de ser de princesa, pues es reina y señora mía; su hermosura, sobrehumana; pues en ella se vienen a hacer verdaderos todos los imposibles y quiméricos atributos de belleza que los poetas dan a sus damas: que sus cabellos son oro, su frente campos elíseos, sus cejas arcos del cielo, sus ojos soles, sus mejillas rosas, sus labios corales, perlas sus dientes, alabastro su cuello, mármol su pecho, marfil sus manos, su blancura nieve, y las partes que a la vista humana encubrió la honestidad son tales, según yo pienso y entiendo, que sólo la discreta consideración puede encarecerlas, y no compararlas"
Magnífico
miércoles, 10 de agosto de 2011
Luchando contra el tiempo
La historia de hoy se remonta no muchos años
atrás, en una habitación cualquiera de una ciudad cualquiera. Allí, escondidos
en una penumbra intermitente, únicamente perturbada por las pinceladas de luz que
penetraba por las pequeñas rendijas de la persiana, dos cuerpos desnudos
saboreaban el placer de un sentimiento exquisito, de la sensación
inconmensurable, del amor perfecto.
Un reloj colgaba de la pared de enfrente.
Sus manecillas seguían incansables el movimiento que, desde su primer momento
de vida, habían memorizado a la perfección. Los segundos daban paso a los minutos y éstos a las horas; unas horas que
debían separar a esos dos amantes de nuevo para alejarlos el uno del otro, para privarlos de
las caricias, los abrazos, lo besos… De soslayo él miraba de vez en cuando las agujas y quedaba horrorizado por la velocidad que adquirían. Era
imposible que el tiempo pasase tan rápido que ya apenas quedaran unas cuantos minutos para comerse a besos a esa chica que lo miraba con una media sonrisa
abrumadora, preciosa, irresistible. Él volvió a olvidarse de Cronos y se
abalanzó sobre su boca, humedeciéndose con sus besos, saboreando su lengua y
acentuando la temperatura de su cuerpo con sus caricias. Comenzó a besar su
cuello y fueron en esa ocasión los ojos de ella los que se quedaron fijos en
las manecillas de aquel reloj. ¡Qué poco quedaba para que la dejase, para que
volviera a surcar los mares y se alejase hasta que Dios quisiese volver a
reencontrarlos! No podía dejarlo ir, ahora no.
El tiempo se consumía segundo tras segundo y
únicamente sentía que, poco a poco, se le iba de las manos, que no podría
abrazarlo más, ni oír su voz, ni besar sus labios. Y no había nada que pudieran
hacer.
Pero entonces surgió el milagro. Porque si algo es
conocido entre los amantes más fervientes es que realmente el amor hace
milagros. Fue entre aquellos besos extenuantes, entre aquellas caricias
abrasadoras y entre aquellos abrazos febriles cuando ocurrió. De repente, el
tiempo comenzó a detenerse como por obra de magia. Como por deseo celestial las
manecillas empezaron a moverse cada vez más lentamente. Al principio los dos
pensaron que eran imaginaciones, simples pensamientos de un subconsciente que
les incitaba a creer que, efectivamente, lo estaban consiguiendo. Pero era muy
real. Porque cuando se ama todo es posible, porque cuando se quiere todo está
al alcance de la mano. Fue entonces cuando esos segunderos tan odiados por la pareja
unos minutos antes, dejaron de funcionar. El tiempo se detuvo. No fue un fallo
mecánico ya que los pájaros también dejaron de cantar, el viento paró de soplar
y se hizo el silencio. Un silencio atenuado por el sonido de los gemidos que
siguieron resonando en el eco hasta la extenuación.
Ya tenían el infinito para amarse, todo el tiempo del mundo para perderse mutuamente en un océano de pasión y, aún así, les pareció poco. Querían mucho más, querían toda la eternidad para estar juntos y jamás volver a separarse. Quisieron ser más fuertes que el tiempo y, finalmente, lo lograron.
Ya tenían el infinito para amarse, todo el tiempo del mundo para perderse mutuamente en un océano de pasión y, aún así, les pareció poco. Querían mucho más, querían toda la eternidad para estar juntos y jamás volver a separarse. Quisieron ser más fuertes que el tiempo y, finalmente, lo lograron.
lunes, 8 de agosto de 2011
Bailando por el mundo
De nuevo vía @aritaber os dejo un vídeo muy bonito. Atentos al significado y al baile, yo desde luego lo pienso petar en la discoteca con él
Puto amo Matt
Puto amo Matt
domingo, 7 de agosto de 2011
14ª Ley de Couling
Hoy he vuelto a recordar una frase que ya apunté por aquí hace algún tiempo y que he decidido meterla en las leyes irrefutables de Couling, una sección que tenía algo olvidada. La frase en cuestión es esta:
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