Recopilación de todo lo que veo, escribo, escucho, hago, siento y quiero... o simplemente me invento.
miércoles, 19 de marzo de 2014
martes, 11 de marzo de 2014
11M
Diez años ya de la tragedia,
quién nos los iba a decir.
Nuestro deber ha sido, es y debe
ser no olvidarlos jamás. Recordar cada once de marzo a esa gente anónima que
tristemente se hicieron eternos por el resto de nuestra vida. No podemos caer
en la vergüenza de nuestra clase política y recriminar en días como hoy ese “y tú más” que tanto daño nos está
produciendo a todos. Hoy no. Que el sobrecogimiento, el recuerdo y el homenaje
incesante sea la tónica de este once de marzo de 2014, ellos lo merecen como nadie.
Se cumple una década del atentado
terrorista más grande y más brutal cometido en nuestro país. Hoy se rememora la
barbarie y la crueldad en todo el mundo, no solo en España. Se recuerda, una
vez más, cómo la humanidad o, mejor dicho, parte de ella; puede rebasar con
creces la barrera del propio significante que imprime esa palabra para caer en
la monstruosidad más absoluta. Diez años ya desde que esos trenes se llevasen por
delante la vida de 192 personas inocentes a los que jamás olvidaremos, pase lo
que pase y pese a quien le pese.
Josefa, Gonzalo, María Luisa,
Miguel, Jorge, Neil, David, Yaroslav, Óscar o Guillermina fueron algunos de los
héroes que se levantaron aquella mañana para ir a trabajar y que se vieron
enfrentados a un destino que no les correspondía, a un castigo del que nunca
debieron ser culpados, a una pena tremenda que, desde luego, no merecían. Tantas
vidas sesgadas en Madrid aquella mañana de jueves y que nos llegaron al resto de España, tanta muerte de
gente tan lejana pero que hicimos propia, como si de un familiar o un amigo se
tratase. Diez años ya desde que el mundo entero derramó lágrimas de dolor e
impotencia ante una puñalada que todos recibimos aunque únicamente ellos
la sintieron físicamente.
Y se nos fueron sin decirnos
adiós.

Que no haya olvido, por supuesto.
Que el perdón se lo guarden sus familias y sus amigos, ellos decidirán si son
capaces de redimir a esa escoria que tuvo la cobardía de atacar al que no se
podía defender. Nosotros, el resto del país; tú y yo, somos los que tenemos un
deber mayor y más importante que ese, somos los que no podemos dejar que el
tiempo borre sus nombres de la historia de España, que los años no se lleven
sus caras ni sus recuerdos, que sus muertes no sean en balde y que recordemos
siempre a los héroes que nos dejaron atrás y que con su partida iniciaron una
guerra que debemos ganar, una batalla sin tregua contra los asesinos y contra
la inmundicia que puebla cada rincón del planeta. Nosotros, tú y yo; debemos luchar sin tregua contra el terrorismo en
cualquiera de sus facetas, contra la radicalización de las ideas y contra la
violencia del cobarde. Hoy es un día para recordar a las víctimas y, ante todo,
para jurarse que no consentiremos que vuelva a ocurrir. Que la ley aplaste sin
dudarlo a esa basura que se esconde tras una máscara o una mochila para hacer daño y que nosotros nos mostremos implacables
cuando eso suceda. Nos lo debemos a nosotros y se lo debemos a ellos.
martes, 4 de marzo de 2014
Microcuento (IV)
La almohada lo recibió fría como la noche y el colchón le respondió de la misma manera. El ambiente, gélido como el mismo hielo, parecía introducirse por los poros de su piel hasta lo más profundo de su tuétano. Se acurrucó en posición fetal y comenzó a exhalar vaho de su boca con la vana esperanza de calentar su cuerpo. Se tapó con el edredón hasta las cejas y se subió los calcetines hasta la pantorrilla y por encima de los pantalones del pijama. Se metió la parte de arriba por dentro también e introdujo por último las sus manos en los bolsillos de la chaqueta. Ya estaba listo para dormir, tenía todo preparado para vencer al frío aquella helada noche invernal, la batalla sería suya y se alzaría vencedor. Pero fue entonces cuando ocurrió, cuando un pinchazo de abatimiento le punzó el corazón con dureza. En efecto, se había dejado la luz encendida y le tocaba comenzar de nuevo todo el ritual. ¿Qué había hecho él para merecer aquello?
lunes, 3 de marzo de 2014
Cómo ganar un Oscar en menos de 5 minutos
Anoche se dieron los premios más importantes del cine mundial, los Oscar. De entre todas las categorías y sin ánimo de hacer un extenso resúmen de la gala o de algunas de sus curiosidades, quería dejar plasmado dos escenas que valen de por sí un galardón.
La primera de ella le valió a Anne Hataway el premio a mejor actriz secundaria el año pasado. Una escena de menos de cinco minutos que vale su peso en oro.
La segunda, a cargo de Lupita Nyong´o, ganadora del mismo premio en la noche de ayer. Esta vez el vídeo no refleja la escena completa, por eso os recomiendo que veáis 12 Años de Esclavitud, Oscar a la mejor película, para saborear cómo una buena obra se puede hacer enorme por la interpretación de una señorita que prácticamente debutaba en el cine.
Para finalizar dejo un artículo mío de hace unos días con los amigos de Asiento 23 para los que queráis informaros un poco más sobre las películas que han resultado victoriosas y las que no, en una especie de previa de los Oscar.
Otros momentos a tener en cuenta y que uno no debería perderse son:
Monólogo inicial de Ellen Degeneres.
Discurso de Jared Letto acordándose de Ucrania y Venezuela, ganador del Oscar a mejor actor de reparto.
Matthew McConaughey gana el Oscar al mejor actor
Se me hizo corta y acabó casi a las siete de la mañana. Es lo que tienen los americanos y su cine, que son geniales.
martes, 25 de febrero de 2014
¿Cuál es tu verso?
De 'El club de los Poetas Muertos' rescato este monólogo de Robin Williams con poema de Walt Whitman incluído.
¡Oh, mi yo! ¡oh, vida! de sus preguntas que vuelven,
Del desfile interminable de los desleales,
de las ciudades llenas de necios,
De mí mismo, que me reprocho siempre
(pues, ¿quién es más necio que yo, ni más desleal?),
De los ojos que en vano ansían la luz, de los objetos
despreciables, de la lucha siempre renovada,
De lo malos resultados de todo, de las multitudes
afanosas y sórdidas que me rodean,
De los años vacíos e inútiles de los demás,
yo entrelazado con los demás,
La pregunta, ¡Oh, mi yo!, la pregunta triste que vuelve
¿qué de bueno hay en medio de estas cosas, Oh, mi yo, Oh, vida ?
Respuesta
Que estás aquí - que existe la vida y la identidad,
Que prosigue el poderoso drama,
y que puedes contribuir con un verso.
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