martes, 11 de marzo de 2014

11M

Diez años ya de la tragedia, quién nos los iba a decir.


Se cumple una década del atentado terrorista más grande y más brutal cometido en nuestro país. Hoy se rememora la barbarie y la crueldad en todo el mundo, no solo en España. Se recuerda, una vez más, cómo la humanidad o, mejor dicho, parte de ella; puede rebasar con creces la barrera del propio significante que imprime esa palabra para caer en la monstruosidad más absoluta. Diez años ya desde que esos trenes se llevasen por delante la vida de 192 personas inocentes a los que jamás olvidaremos, pase lo que pase y pese a quien le pese.

Josefa, Gonzalo, María Luisa, Miguel, Jorge, Neil, David, Yaroslav, Óscar o Guillermina fueron algunos de los héroes que se levantaron aquella mañana para ir a trabajar y que se vieron enfrentados a un destino que no les correspondía, a un castigo del que nunca debieron ser culpados, a una pena tremenda que, desde luego, no merecían. Tantas vidas sesgadas en Madrid aquella mañana de jueves y que nos llegaron al resto de España, tanta muerte de gente tan lejana pero que hicimos propia, como si de un familiar o un amigo se tratase. Diez años ya desde que el mundo entero derramó lágrimas de dolor e impotencia ante una puñalada que todos recibimos aunque únicamente ellos la sintieron físicamente.

Y se nos fueron sin decirnos adiós.

Nuestro deber ha sido, es y debe ser no olvidarlos jamás. Recordar cada once de marzo a esa gente anónima que tristemente se hicieron eternos por el resto de nuestra vida. No podemos caer en la vergüenza de nuestra clase política y recriminar en días como hoy ese “y tú más” que tanto daño nos está produciendo a todos. Hoy no. Que el sobrecogimiento, el recuerdo y el homenaje incesante sea la tónica de este once de marzo de 2014, ellos lo merecen como nadie.

Que no haya olvido, por supuesto. Que el perdón se lo guarden sus familias y sus amigos, ellos decidirán si son capaces de redimir a esa escoria que tuvo la cobardía de atacar al que no se podía defender. Nosotros, el resto del país; tú y yo, somos los que tenemos un deber mayor y más importante que ese, somos los que no podemos dejar que el tiempo borre sus nombres de la historia de España, que los años no se lleven sus caras ni sus recuerdos, que sus muertes no sean en balde y que recordemos siempre a los héroes que nos dejaron atrás y que con su partida iniciaron una guerra que debemos ganar, una batalla sin tregua contra los asesinos y contra la inmundicia que puebla cada rincón del planeta. Nosotros, tú y yo; debemos luchar sin tregua contra el terrorismo en cualquiera de sus facetas, contra la radicalización de las ideas y contra la violencia del cobarde. Hoy es un día para recordar a las víctimas y, ante todo, para jurarse que no consentiremos que vuelva a ocurrir. Que la ley aplaste sin dudarlo a esa basura que se esconde tras una máscara o una mochila para hacer daño y que nosotros nos mostremos implacables cuando eso suceda. Nos lo debemos a nosotros y se lo debemos a ellos.
 

martes, 4 de marzo de 2014

Microcuento (IV)

La almohada lo recibió fría como la noche y el colchón le respondió de la misma manera. El ambiente, gélido como el mismo hielo, parecía introducirse por los poros de su piel hasta lo más profundo de su tuétano. Se acurrucó en posición fetal y comenzó a exhalar vaho de su boca con la vana esperanza de calentar su cuerpo. Se tapó con el edredón hasta las cejas y se subió los calcetines hasta la pantorrilla y por encima de los pantalones del pijama. Se metió la parte de arriba por dentro también e introdujo por último las sus manos en los bolsillos de la chaqueta. Ya estaba listo para dormir, tenía todo preparado para vencer al frío aquella helada noche invernal, la batalla sería suya y se alzaría vencedor. Pero fue entonces cuando ocurrió, cuando un pinchazo de abatimiento le punzó el corazón con dureza. En efecto, se había dejado la luz encendida y le tocaba comenzar de nuevo todo el ritual. ¿Qué había hecho él para merecer aquello?


lunes, 3 de marzo de 2014

Cómo ganar un Oscar en menos de 5 minutos

Anoche se dieron los premios más importantes del cine mundial, los Oscar. De entre todas las categorías y sin ánimo de hacer un extenso resúmen de la gala o de algunas de sus curiosidades, quería dejar plasmado dos escenas que valen de por sí un galardón.



La primera de ella le valió a Anne Hataway el premio a mejor actriz secundaria el año pasado. Una escena de menos de cinco minutos que vale su peso en oro.



La segunda, a cargo de Lupita Nyong´o, ganadora del mismo premio en la noche de ayer. Esta vez el vídeo no refleja la escena completa, por eso os recomiendo que veáis 12 Años de Esclavitud, Oscar a la mejor película, para saborear cómo una buena obra se puede hacer enorme por la interpretación de una señorita que prácticamente debutaba en el cine.



Para finalizar dejo un artículo mío de hace unos días con los amigos de Asiento 23 para los que queráis informaros un poco más sobre las películas que han resultado victoriosas y las que no, en una especie de previa de los Oscar.

Otros momentos a tener en cuenta y que uno no debería perderse son:

Monólogo inicial de Ellen Degeneres
Discurso de Jared Letto acordándose de Ucrania y Venezuela, ganador del Oscar a mejor actor de reparto.
Matthew McConaughey gana el Oscar al mejor actor

Se me hizo corta y acabó casi a las siete de la mañana. Es lo que tienen los americanos y su cine, que son geniales.

martes, 25 de febrero de 2014

¿Cuál es tu verso?

De 'El club de los Poetas Muertos' rescato este monólogo de Robin Williams con poema de Walt Whitman incluído.


¡Oh, mi yo! ¡oh, vida! de sus preguntas que vuelven, 
Del desfile interminable de los desleales,
 de las ciudades llenas de necios, 
De mí mismo, que me reprocho siempre 
(pues, ¿quién es más necio que yo, ni más desleal?), 
De los ojos que en vano ansían la luz, de los objetos 
despreciables, de la lucha siempre renovada, 
De lo malos resultados de todo, de las multitudes 
afanosas y sórdidas que me rodean, 
De los años vacíos e inútiles de los demás, 
yo entrelazado con los demás, 
La pregunta, ¡Oh, mi yo!, la pregunta triste que vuelve
 ¿qué de bueno hay en medio de estas cosas, Oh, mi yo, Oh, vida ? 

Respuesta 
Que estás aquí - que existe la vida y la identidad, 
Que prosigue el poderoso drama, 
y que puedes contribuir con un verso.

viernes, 21 de febrero de 2014

Cuerdas


Estaba deambulando una vez más por la inmensidad del ciberespacio cuando he encontrado un corto de animación que, según me cuentan, se alzó victorioso en la pasada gala de los Goya. Sin ser yo muy fan del cine y las producciones nacionales, me he animado a verlo. Cuerdas, que así se llama la obra, es una mágica historia de apenas diez minutos que ensalza la amistad y el amor sobre cualquier otra cosa. Una muy emotiva recreación digna de verse. El cuento está escrito y dirigido por Pedro Solís y protagonizado por Nicolás, un chico con parálisis cerebral, y María, su amiga. Si el corto merece la pena verse únicamente por la belleza del mismo, se acrecienta esa sensación al conocer la historia que encierra.

Uno empieza a hacerse una idea de todo lo que se esconde detrás de Cuerdas cuando la animación acaba y el propio director se despide de la audiencia agradeciendo a tres personas en especial todo lo que le han aportado:

"A mi hija Alejandra: Gracias por inspirarme esta historia.
A mi hijo Nicolás: Ojalá nunca me hubieses inspirado esta historia.
A Lola: Por todo lo que no has llorado delante de mi.""

...Y es en ese momento cuando se te hiela el corazón...

Porque en ocasiones la ficción no es tan dura como lo es la realidad. Porque, en efecto, el director narra la historia de su propio hijo, Nicolás, que en la vida real sufre esa parálisis cerebral que lo mantiene pegado a una silla de ruedas sin movilidad alguna. Uno indaga en la existencia de esa familia y se le encoge el alma, se le eriza la piel y al final no puede más que dar gracias de corazón por lo que tiene y, sobre todo y ante todo, enorgullecerse de que haya personas en el mundo como Pedro Solís, su esposa y su familia.

Aquí podéis escuchar una entrevista en la COPE al director.

Ojalá en el mundo hubiera más Marías y más Alejandras, ojalá todos fuéramos tan valientes y excepcionales como Pedro y Lola. Ojalá la vida se respetase como lo hacen ellos y nos quisiéramos la mitad, únicamente la mitad, de lo que esa familia se ama. Ojalá aprendiéramos un poquito más de toda esa gente y menos de la estupidez humana que reina en la sociedad actual. Ojalá pudiera decirles a todos ellos lo orgulloso que me han hecho sentir esta mañana sin ni siquiera conocerles y, por último, ojalá pudiera mandarles todo mi agradecimiento y mi más sincera enhorabuena; porque si algo creo firmemente es que el fin último de cualquier persona es precisamente eso, ser una buena persona, y sabe Dios que esa familia no puede ser más grande. De corazón y desde la distancia, gracias por un cortometraje tan bonito y sobre todo por ser ejemplo para el resto de la humanidad.


PD: Como veréis no he enlazado el corto en esta entrada, el porqué es muy sencillo y lo entenderéis con esta frase del propio director: "Llevo toda la tarde acordándome de los familiares de los señores de Youtube, llevamos 3 días denunciando y no hay manera de quitar el vídeo de la red. Estoy orgulloso de que tanta gente lo haya visto pero si me iba a comprar una silla nueva para mi hijo ya no podré hacerlo".