Recopilación de todo lo que veo, escribo, escucho, hago, siento y quiero... o simplemente me invento.
martes, 28 de junio de 2011
El poder del Reggae
jueves, 23 de junio de 2011
Pulgarcito versión 'de Mora'
Como a cualquier niño, mi padre también me contaba cuentos a la hora de la siesta o antes de dormir por las noches. En mi casa no somos muy normales, todo hay que decirlo, así que digamos que los cuentos clásicos, los de toda la vida, quedaban algo distantes de los que me contaban a mí con apenas seis o siete años.
A mi padre, un educador nato, le importan un carajo los conceptos psicológicos, los traumas infantiles y las doctrinas de la pedagogía moderna (como, por otra parte, nos pasa a la mayoría). Es un hombre de los de toda la vida, de esos que saben que la tontería infantil se quita con un par de hostias, y que el diálogo padre-hijo está muy bien... siempre y cuando no te pases de la raya. Cosas que, por desgracia, se están perdiendo.
Bueno, a lo que íbamos.
Como decía, mi padre nunca ha sido de contar las historias como manda el guión preestablecido. Él encontraba los cuentos clásicos una mariconada de cuidado, y por eso los cambiaba a su gusto: bien para no dormirse contándolos, bien para sacarnos una sonrisa, o bien porque le salía de sus santos cojones.
Hoy, por tanto, os voy a contar la historia —la curiosa historia, más bien— de Pulgarcito. Vamos allá:
“Pulgarcito, como su nombre indica, era un niño muy pequeño, muy pequeño, que había nacido poco después de que el espermatozoide de su papá fecundara el óvulo de su mamá. Exactamente dos semanas después.
Como era tan pequeño, su madre lo tenía muy mimado y no permitía que saliera nunca a la calle. Su diminuto tamaño siempre le había impedido jugar con otros niños por miedo a que lo pisaran. El chaval, que apenas medía ocho centímetros de altura, se limitaba a luchar con palillos contra las moscas que se colaban en casa o a hacer castillos con los terrones de azúcar.
Un día, su madre se fue a la compra y dejó una ventana abierta. Pulgarcito, que era muy curioso (a la vez que muy gilipollas), decidió salir al jardín de su casa a explorar el mundo que desconocía por completo. Paseó entre los hierbajos, olisqueó las enormes flores y se divirtió embarrándose en la tierra mojada.
Sin embargo, de repente, un gigante con cuernos (conózcase como una vaca) que pastaba por allí se lo comió sin querer.
Pulgarcito entró por la boca del animal, bajó por el esófago hasta llegar al estómago. Allí, intentando no ser devorado por los jugos gástricos, consiguió colarse por el intestino... hasta que por fin salió del animal enjugado en un montón de mier...”
Bueno, pues ya conocéis el resto de la historia.
Aquí mi padre, con un estilo sutil y un enfoque docente digno de elogio, le explicaba a su hijo, camuflado entre un cuento, todo el proceso digestivo de un animal. Si eso no es matar dos pájaros de un tiro, que baje Dios y lo vea.
martes, 21 de junio de 2011
Un buen año
La peli habla sobre Max Skinner, un corredor de bolsa que hereda de su tío un viñedo en Francia. Tras varios intentos por venderlo, consigue cambiar la mentalidad de su vida y reconducirla por otras sendas. Se olvida del estrés, del dinero a raudales y se concentra única y exclusivamente en vivir tranquilo, retirado de la sociedad entre copas de vino, la suave brisa de la campiña francesa y las caricias de Marion Cotillard. Un planazo vamos
Os dejo dos escenas para que veáis lo simple que es la vida
Y aquí la ESCENA FINAL de la película (recuerdo, SPOILER) donde el mejor amigo de Max le llama y le comenta que está seguro de que no aguantará con ese ritmo. Que él es un tío de ciudad, de agobios y de trabajo. Que la buena comida, la calma absoluta, el vino y el sexo sólo serán pasatiempos pasajeros. Max, obnubilado por esos ojos azules, por ese idioma de erres desaliñadas y de gorjeos y por un andar digno del mismo cielo, comenta irónico: ¿no aguantaré? ... ya lo veremos
miércoles, 15 de junio de 2011
De inmediato y sin importar las consecuencias
sábado, 11 de junio de 2011
Novatada
Resulta que sobre las diez de la mañana recibo una llamada de un móvil desconocido. Antes, siempre tenía el móvil apagado para evitar que esa gentuza que llama tan pronto por las mañanas con la única intención de joder, pudiera realizar ese cometido, pero con mi último cambio de móvil he perdido esa sabia costumbre. El caso es que descuelgo el teléfono aún con pie y medio en el mundo del sueño:
- ¿Diga?
- Hola buenos días, te llamaba por el piso de Madrid
- ¿El piso de Madrid?
- Si ese que tienes en la calle Princesa, número 17
- ...
- ¿oye?
- S...si, si... dígame... ¿qué piso?
- ... ¿tú eres Antonio de Mora?
- (PENSAMIENTO): HIJO PUTA, Antonio tu padre (VOZ) Si...
- Pues eso, para que me informes sobre el piso
- Señor, yo no tengo ningún piso en Madrid
- Ah... vale... adiós
¿Por qué paso todo eso? La respuesta

Efectivamente el cerdo de Adri (@AdriCawboy) y compañía, me habían puteado la vida poniendo que alquilaba un piso en esa céntrica calle madrileña con tres habitaciones y dos baños por ... ¡400 euros!
Hasta un total de doce llamadas recibí ayer por el dichoso piso. Por la vergüenza de decir: "los cabrones de mis amigos me están jodiendo la vida" respondía: "no, lo siento, ya lo hemos alquilado".
PD: A mi me jodieron, pero a Arturo (@ArturoDminguez) le pusieron que regalaba un potro y tuvo también un éxito descomunal
PD: Mi venganza será terrible