Recopilación de todo lo que veo, escribo, escucho, hago, siento y quiero... o simplemente me invento.
jueves, 16 de diciembre de 2010
A por un nuevo reto
PD: Siempre hay algún tonto que dice que escribir en Twitter es hablar, puede que si o no, yo no lo considero así.
Empieza la cuenta atrás
El que quiera localizarme, que recurra a Facebok, Tuenti o Twitter, el móvil queda oficialmente apagado
miércoles, 15 de diciembre de 2010
El curioso nombre del aula
El otro día, llegaba tarde a clase por un problema que Murphy y su puñetera ley me liaron y me dijeron en conserjería que mi profesor había trasladado a la clase a un aula de informática. Cual fue mi sorprensa cuando llegué a la puerta
"Ala: Merla" tiene el dudoso honor de llamarse el aula... ¿por qué? Ni idea, pero es la polla
- Señor profesor ¿dónde tenemos que ir la semana?
- Ala merla
A lamerla o a la merla ... cualquiera de los dos me encanta, me producen y, fijaos lo que voy a decir, ganas de ir a clase y todo. Muy grande
lunes, 13 de diciembre de 2010
13ª Ley de Couling
sábado, 11 de diciembre de 2010
El taxista enamorado
Hace un par de noches, una vez más, me encontré con una maravillosa sorpresa en este loco mundo que a veces parece tan monótono, pero que realmente no deja de sorprenderme a diario.
En el taxi de vuelta a la residencia, viajaba con Maca y Raquel cuando escuché una historia preciosa, quizás más por la belleza con que fue contada que por la propia historia en sí. Era un taxista de cuarenta y tantos años que nos narró, en un viaje de menos de quince minutos, algo parecido a esto:
“Disfrutad ahora que podéis” (el tema era la edad que teníamos). “Yo recuerdo cuando tenía vuestra edad y lo bien que nos lo pasábamos. Todo el mundo de mi edad dice que ojalá pudiera volver atrás, a los años en que todo era juerga, diversión, fiesta y demás. Yo, sin embargo, no lo haría. Ni sabiendo lo que sé ni sin saberlo. Ya viví esa época y fue maravillosa, pero no tiene nada que envidiar a la de ahora. Bien es cierto que las cosas han cambiado, que los problemas son mayores, pero quizá, por eso mismo, las alegrías también lo sean. Tengo en casa a una mujer a la que adoro, la que me tiene loco perdido, a la que amo con locura. También dos hijos: el mayor, de vuestra edad, un trasto como el padre; y la pequeña, mi pequeña, mi tesoro, mi princesita de siete años, otro trasto. Son mi todo. Hemos pasado por mucho juntos, por muchas andaduras, por crisis y también por momentos geniales. He tenido que trabajar en otros oficios que me obligaban a estar lejos de ellos, pero ya no. Ahora, con esfuerzo y perseverancia, he conseguido un trabajo que me gusta y que me permite abrazarles cada día. No volvería a vuestra edad porque la mía también es maravillosa. Quiero a mi Loli con todo mi corazón, con toda mi alma, con toda mi vida… quiero a mis hijos de la misma manera, y eso es muy, muy grande, demasiado grande como para cambiarlo.”
Quizás mis palabras escritas no transmitan la impresión que aquel hombre consiguió en nosotros. Yo recuerdo que lo miraba embobado, y en mí sólo se reflejaba una sonrisa de admiración, de envidia sana, de ilusión desbordada porque mi teoría se hacía realidad: en cualquier momento y en cualquier lugar, en este mundo que supura odio, encuentras a un hombre felizmente enamorado de la vida.