martes, 13 de noviembre de 2012

Y entonces se dieron cuenta de que no había esperanza

Sus amigos lo reunieron en torno a cinco cervezas, como siempre que había que hablar seriamente con alguno del grupo. Estaban preocupados por él, ya no se le veía tanto como antes y hacía tiempo que no salían juntos.

- Os prometo que eso va a cambiar, es que últimamente estoy algo mal. Os pido perdón...

Todos se quedaron pasmados, lo habían notado cambiado pero no imaginaban que estuviera tan mal como aparentaba. Se le notaba cansado, tenía ojeras de haber dormido poco, se encontraba algo más delgado que de costumbre pero, extrañamente, tenía buena cara.

- ¿Qué ocurre? - preguntó uno.
- ¿La familia? ¿problemas de dinero? - comentó otro
- No, nada de eso - respondió él - el amor.

Todos rieron. Era bien sabido que él se enamoraba demasiado a menudo, casi cada mes.
- ¿Otra vez te has enamorado? - preguntó otro de los presentes antes de dar un trago a su bebida - ¿Cuántas van ya este año? ¿seis o siete?

Las risas aliviaron la leve tensión que unos minutos antes había aflorado en el ambiente. Bebieron y pasaron a esperar la reacción de él, que siempre dejaba caer finalmente que la chica en cuestión no le importaba mucho. Pero esta vez no fue así.

- Venga - dijo preocupado el que aún no había hablado - ¿Qué tiene esa nueva conquista? ¿es lista, está buena, tiene dinero?
- Es que... es que creo... creo que es perfecta.

Se hizo el silencio. Todos se miraron a los ojos y entonces se dieron cuenta de que no había esperanza... lo habían perdido para siempre.