Aquel hombre entrado ya en la
cincuentena, observaba cómo una maleta rosa se perdía por el final del pasillo
de la que había sido su casa, para no volver jamás. Mientras la última lágrima
de pena caía por su mejilla y se perdía entre los pelos de su poblada barba,
pensó en todo lo que debería haber hecho, en todo lo que debería haber dicho y
no hizo ni dijo jamás:
"Tendría que habérselo dicho más.
Todo o casi todo. Tendría que habérselo dicho"
"Tendría que haberle dicho lo
guapa que estaba todas y cada una de las mañanas que me despertaba a su lado y
ella abría los ojos, clavaba su mirada en la mía y me sonreía después. Tendría que
haberle dicho que ese y no cualquier otro, era mi momento favorito del día
porque a buen seguro que lo era y, estoy seguro, nunca se lo hice saber.
Tendría que haberla frenado más veces cuando se levantaba para ducharse e irse
a trabajar y abrazarla más fuerte para que no se me escapase. Tendría que haber
pasado más sábados por la mañana en la cama y no tantos viernes por ahí sin
ella. Tendría que haber apagado el despertador, olvidarme del móvil, bajar las
persianas y pasar mucho más tiempo bajo el edredón sin que importase nada de lo
que ocurría afuera.
Tendría que haberme mordido más
la lengua y, sobre todo, tendría que habérsela mordido más a ella. Tendría que
haberle dado muchísimos más besos de los millones que tiene grabados en sus
labios por los míos. Tendría que haber callado más y haberla hecho callar más a
ella con caricias sanadoras, abrazos apaciguadores y palabras que pusieran
calma en la tempestad. Tendría que haber cedido posiciones en las trincheras,
negociar más tratados de paz y haber declarado menos guerras. Tendría que haber
pretendido menos conquistas y haber abierto más fronteras, tendría que haber
intentado conseguir una tregua porque es ahora cuando me doy cuenta de que he
perdido la guerra.
Tendría que haberle dicho todo lo
que la quería porque quererla más es absolutamente imposible. Tendría que
haberle dedicado más tiempo que a cualquier libro, disco, escultura, lienzo o
pintura porque tenía frente a mí la mayor obra de arte de la historia de la humanidad y yo gastaba mi vida en
burdas imitaciones. Tendría que haber ahorrado para comprarle la luna o, al
menos, alguna estrella del cielo porque ahora cualquiera que tenga dos dedos de
frente se matará por regalarle todo el puto firmamento. Tendría que haber visto
más amaneceres a su lado y también haber bebido más vino mientras el vaho del
baño nos elevaba la temperatura del cuerpo. Tendría que haberle gritado menos y
haber aguantado mejor sus gritos, tendría que haber encajado mejor todos los
golpes que me dio la vida para compensar lo más bonito que jamás me ha
regalado. Tendría que haber sido más agradecido y quizá no se me hubiera
marchado.
Tendría que haberla frenado
cuando salió por la puerta o haber evitado que recogiera su ropa. Tendría que
haber explorado mejor su cuerpo o, quizá, no haberlo memorizado tan a la
perfección para tener ahora la seguridad de que no se me irá de la mente
mientras viva. Tendría que haberla querido menos para que ahora esto no doliese
tanto. Tendríamos que haber vivido en otra época, en otro universo, en otro
tiempo o en otro lugar para haber estado condenados a intentarlo de nuevo.
Tendría que poder viajar en el tiempo para decirle que no la cagase y para
darme un par de bofetones cada vez que la cagaba yo. Tendríamos que haber empezado,
quizá, con mejor pie. Pero lo único que tengo claro después de tanta lágrima
derramada, tanta impotencia que duele y tanta noche sin poder conciliar el
sueño es que por mucho que duela no puedo arrepentirme de nada porque jamás
nada me hizo tan feliz y nunca nadie volverá a hacerlo"