jueves, 16 de diciembre de 2010

A por un nuevo reto

De las cosas que tengo que hacer antes de morirme, la número 37 es de la que más duda la gente que pueda lograr. "Estar sin hablar 3 días seguidos" es lo que me propongo, es lo que busco a partir de las 00:30 de hoy, viernes 17 de diciembre de 2010. Si todo sale bien, no saldrá por mi boca un sólo sonido hasta el próximo lunes 20 a la misma hora. Un fin de semana de pura tranquilidad, rodeado de libros, muchas series que ver, películas a cascoporro y dejando a parte el móvil, teléfono y todas las personas físicas que me rodean. Me dejo el ordenador y twitter como única compañía en estos tres días. No sé si lo conseguiré, más aún, sabiendo que hay mucho "joputa" que me intentará joder, pero bueno, aún me quedan más findes para intentarlo.

PD: Siempre hay algún tonto que dice que escribir en Twitter es hablar, puede que si o no, yo no lo considero así.

Empieza la cuenta atrás

El que quiera localizarme, que recurra a Facebok, Tuenti o Twitter, el móvil queda oficialmente apagado

miércoles, 15 de diciembre de 2010

El curioso nombre del aula

Murcia no deja de sorprenderme. Pensaba que las cosas raras las había dejado atrás cuando abandoné la Complutense y, más concretamente, la Facultad de Ciencia de la Información, pero una vez más, estaba equivocado.

El otro día, llegaba tarde a clase por un problema que Murphy y su puñetera ley me liaron y me dijeron en conserjería que mi profesor había trasladado a la clase a un aula de informática. Cual fue mi sorprensa cuando llegué a la puerta



"Ala: Merla" tiene el dudoso honor de llamarse el aula... ¿por qué? Ni idea, pero es la polla

- Señor profesor ¿dónde tenemos que ir la semana?
- Ala merla


A lamerla o a la merla ... cualquiera de los dos me encanta, me producen y, fijaos lo que voy a decir, ganas de ir a clase y todo. Muy grande

lunes, 13 de diciembre de 2010

13ª Ley de Couling


"Si algún día te sientes pequeño, inútil y deprimido; recuerda que un día fuiste el espermatozoide mas rápido y victorioso de tu grupo"


sábado, 11 de diciembre de 2010

El taxista enamorado

Hace un par de noches una vez más me volví a encontrar una maravillosa sorpresa en este loco mundo que a veces parece tan monótono pero que realmente no deja de sorprenderme a diario.
En el taxi de vuelta a la residencia, volvía con Maca (@macaflai) y Raquel cuando escuché una historia preciosa, quizás más por la belleza de cómo fue contada que por la propia historia en sí. Era un taxista de cuarenta y tantos, que nos narró en un viaje de menos de quince minutos algo parecido a esto:

“Disfrutad ahora que podéis (el tema era la edad que teníamos). Yo recuerdo cuando tenía vuestra edad y lo bien que nos lo pasábamos. Todo el mundo de mi edad dice que ojala pudiera volver para atrás, a los años en que todo era juerga, diversión, fiesta y demás, yo sin embargo, no lo haría. Ni sabiendo lo que sé ni sin saberlo. Ya viví esa época y fue maravillosa, pero no tiene nada que envidiar a la de ahora. Bien es cierto que las cosas han cambiado, que los problemas son mayores pero, quizás por eso mismo, las alegrías también lo sean. Tengo en casa una mujer a la que adoro, la que me tiene loco perdido, a la que amo con locura. También dos hijos: el mayor de vuestra edad, un trasto, como el padre. La pequeña, mi pequeña, mi tesoro, mi princesita de siete años, otro trasto. Son mi todo. Hemos pasado por mucho juntos, por muchas andaduras, por crisis y también por momentos geniales. He tenido que trabajar en otras cosas, en oficios que me obligaban a estar lejos de ellos pero ya no. Ahora, con esfuerzo y perseverancia he conseguido un trabajo que me gusta y que me hace que cada día les pueda abrazar. No volvería a vuestra edad porque la mía también es maravillosa. Quiero a mi Loli con todo mi corazón, con toda mi alma, con toda mi vida… quiero a mis hijos de la misma manera y eso es muy muy grande, demasiado grande como para cambiarlo”

Quizás mis palabras escritas no dejen la impresión que aquel hombre consiguió en nosotros. Yo recuerdo que lo miraba embobado, en mí sólo se reflejaba una sonrisa de admiración, de envidia sana, de ilusión desbordada porque mi teoría se hace realidad: en cualquier momento y en cualquier lugar, en este mundo que supura odio, encuentras a un hombre felizmente enamorado de la vida.