Mis dieciséis últimas líneas son para ti,
por todo lo que me diste y lo feliz que me hiciste sentir.
Por aquel tiempo de besos y pasión,
por lo que pudo ser y, al final, se quedó en ilusión.
Por esos años que imaginé que serían eternos
y finalmente transcurrieron sin ton ni son.
Quería despedirme de ti, de tu vestido rojo y tus ocho copas,
diciéndote que, aunque no lo creas, te he querido como a pocas.
Que imaginé mil veces el futuro a tu lado,
y tuvimos la vida más maravillosa que podrías haber imaginado.
Que has sido el amor de mi vida,
sin que ni siquiera hayas querido comenzar la partida,
y que aunque tengo que pasar una página preciosa,
de este libro que algunos llaman vida,
estarás para siempre en lo más profundo,
de un corazón que ni te olvidará, ni te olvidó ni te olvida.