domingo, 22 de julio de 2012

La mierdecica del WhatsApp

Hoy os vengo a contar un descubrimiento que he hecho yo solito, sin ayuda de nadie. Todo la actualización laboriosa y concienciadamente estudiada que voy a narrar viene, para que os vayáis poniendo en situación, de Los Simpsons y de unos cuartos de final de una Champions de no hace tanto tiempo. Vayamos por partes:

Estoy seguro de que todos conocéis el grandísimo episodio de los Simpson (capítulo 8x22) en el que Homer encuentra una caja de detergente japonés que lleva su rostro. Paso a ilustraros


El detergente en cuestión, se llama Mr Sparkle en inglés, Mr Croquet en castellano y Mr Chispa en latino (que asco le voy cogiendo a esta puta forma de doblar, cojones) y la historia es que Homer intenta encontrar por qué leches sale su cara en un producto de limpieza. Un capítulo más que recomendable que, si todavía no lo habéis visto, puedo decir que me dáis mucho asquete. Sin embargo y como el corazón no me cabe en el pecho, os voy a dejar el fragmento en el que el padre de los Simpson descubre el por qué de sus dudas




Dejando a un lado el profundo odio que le cojo cada día más a Lisa, vemos que la cosa es más o menos así.


De una imagen de un pez y una bombilla sale por fin, la cara de Homer. Problema resuelto. Marketing lo llaman algunos, copia barata otros
 

Pues bueno, el caso es que yo, visionaro y observador donde los haya, he descubierto una copia barata en nuestra sociedad que supera con creces a la que acabamos de ver. Efectivamente amigos, la mierdecica del WhatsApp, esa que todos conocemos porque alguna vez hemos hecho la gracia de ponérsela a alguien en la conversación, no es más que otro producto de la mezcla de dos imágenes distintas. Paso a probar mi teoría.


Primeramente quiero que os familiaricéis con ella los pocos que no la conocéis



Ahí está, una boñiga feliz que bien podría ser el avatar del gran @Grabieh en Twitter y que está en todos los móviles (o casi todos) de este país. Pero yo me pregunto ¿de dónde salen esos ojos? Ahí, en ese par de ojos enormes es donde realmente reside el encanto de la mierda, porque ¿qué sería de ella sin sus ojos?


Probando una vez más mi dominio pasmoso de photoshop, comprobamos que pierde y mucho. Son esos ojos los que la hacen mágica, risueña, casi familiar. Una mierdecilla que todos querríamos llevar dentro (y hasta aquí el comentario asqueroso de la actualización) pero yo me pregunto más, ¿de quíen son esos ojos?. Aquí, en Los Momentos al Pedo (que tampoco cuesta nada que le deis a me gusta pedazo de hijos de puta) hemos descubierto de qué o, mejor dicho, de quién son. Aquí va la primera pista


¿Son ellos verdad? con una expresión más o menos distinta pero no cabe duda de que así es. Valga por delante que el chaval es negro y, Dios me libre de compararlo con ese objeto escrementoso que está siendo estudiado, pero parece que los creadores no han tenido piedad del chaval y le han puesto sus ojos a una cagarruta. Ahora imagino que os estaréis preguntando ¿De quién son? Pues aquí viene el segundo punto en el que hay que apoyarse y que paso a detallar.

8 de marzo de 2011, cuartos de final de la Champions league, el Barça gana al Arsenal de Wenger 3-1 en el Camp Nou con golazo de Messi y polémica arbitral. Sin embargo, otro sujeto ajeno al juego copa el interés de los internautas y se hace trending topic inmediatamente. El niño en cuestión es conocido como.... El niño detrás de Puyol

Esa cara increíblemente peculiar se convirtió en el tema del día y, por desgracia y por la crueldad de los inventores del programa de conversación telefónica, también en una copia burda de sus ojos. Efectivamente, con un zorote cualquiera y los ojos de El niño detrás de Puyol, se ha creado el icono más famoso de WhatsApp.

Espero el Pulitzer

miércoles, 18 de julio de 2012

La bolsa del Pryca

El otro día me dirigía a tomarme una cerveza (¿vaya novedad eh?) cuando me encuentro con esto


¡Una bolsa del Pryca! (porque era EL PRYCA, no Pryca) Esa cadena que desapareció en el año 2000 cuando la compró Carrefour, tiene todavía su sello por las calles. Me imagino al abuelo/a que habrá guardado esa bolsa en casa durante todo este tiempo y que no se da cuenta del valor que puede llegar a alcanzar eso en el mercado de coleccionistas. Una bolsa de plástico, de esas que todos tenemos pero con un antigüedad casi milenaria (más o menos). Inmediatamente la cogí y la guardé como oro en paño junto con la del Jobac, el walkman y los capítulos de Espinete en VHS. Ahora os reiréis de mí, pero en unos años seré rico y yo me reiré de mí... que diga, de vosotros.

martes, 17 de julio de 2012

Camisetas spoiler

Si hay algo que está más que claro, es que la gente tiene muy mala uva. Hoy os traigo una colección de camisetas spoiler que te joden el final de un libro, de una serie o de una película (eso sí, están muy chulas)

De Harry Potter

"Dumbledore muere en la página 596 y te acabo de joder 4 horas y 30 euros"

Esta directamente te destripa toda la trama

Directa y al corazón: Snape mata a Dumbledore

Perdidos (Lost)


John Locke no está muerto


La verdad sobre el humo negro (algo de sentido del humor)

Juego de Tronos


Muy sutil ... vía @limonmecanico

En general


lunes, 9 de julio de 2012

El hombre de la estación

Hay un bar en una estación de trenes de España donde se come muy bien por muy poco dinero. Asiduamente me acerco a él para tomar un bocadillo rápido antes de volver a casa. El otro día estaba allí y, de entre la gente que había reunida, recordé una cara que me pareció familiar. Vi a un hombre de unos setenta años, con boina, como los buenos abuelos de la mancha; anteojos finos, el primer botón de su camisa a cuadros desabrochado, un pantalón raído y unos zapatos negros eso sí, con calcetines azules, cosa que dice mucho en favor de un coetáneo de la generación mocasines negros-calcetines blancos.

De entre todas las caras de los más o menos asiduos a esa cafetería de mala muerte me fijé en la suya. Una expresión triste, mustia, completamente abstraída y decadente. Lo había visto ya más de una vez ahí, con su copa de cerveza y algo que llevarse a la boca, solo, muy solo. Dicen que las palabras pueden describirlo todo pero esa es una afirmación que nunca he compartido. Lo veía pesaroso, fijándose en cada detalle, buscando desesperadamente un poco de atención, un mínimo de conversación, un "hola" o un "adiós". Mi padre, que me acompañaba, también se dio cuenta de aquello: "el viejo este, siempre está por aquí solo, pobre". 
Me dio que pensar... y mucho. 
Imaginé su vida, lo que podría o no podría haber pasado aquel hombre que ya tocaba el fin de sus días y su expresión no hacía más que darme razones para ponerme en lo peor. Comencé a imaginar lo que debía ser la soledad absoluta de aquel viejo, el pasar las horass sin hacer nada más que llegar a ese bar a disfrutar de la compañía de gentes desconocidas porque, probablemente, los suyos estén demasiado lejos como para hacerle caso. No os imagináis cómo miraba a todo el mundo, con esa desolación máxima plasmada en unos ojos vidriosos, vacíos de alegría y llenos de lágrimas, sin ganas de vivir, sin una mínima chispa de vitalidad. De vez en cuando mojaba sus labios en el vaso y ahogaba sus penas en la cerveza, quizás como hemos hecho todos alguna vez y se evadía, como buenamente podía, de todo ese mundo que le rodea pero que no quiere saber nada de él. Esa soledad que, como ya decía García Márquez, es la peor de todas: "estar rodeado de gente y seguir sintiéndote solo". Sin duda el castigo más cruel que puede existir.

Me dio pena, mucha. Inevitablemente y por esa intrínseca condición de ser humano que todos, queramos o no tenemos, me puse en su piel. Me imaginé a mí con esa edad y ese estado de soledad total, esa expresión melancólica, vagando de un lado para otro pero siempre dentro del mismo kilómetro cuadrado. Intentando que las horas pasen lo más rápido posible, que la pesadilla concluya, que todo se acabe, que el dolor cese. Una vida como cualquier otra, sesgada de toda ilusión, privada de toda sensación placentera y condenada a ir tachando los días que quedan para que todo termine. Todos los sentimientos plasmados en esa mirada esquiva, compungida y tristona de un hombre que viaja solo en un mundo lleno de gente. La realidad de muchos plasmada en la mirada de uno, el triste sentir del mundo, la otra cara, la que nadie quiere enseñar, vista en una cafetería de pueblo un día cualquiera ante los ojos del que quiera verlo y se pare a fijarse. La vida en estado puro, no la de los anuncios de Coca Cola sino la de verdad, que a veces golpea demasiado duro, tanto que cuesta volver a levantarse. Se lo pueden ustedes preguntar a mi amigo de la estación.